Cuando en la cayería norte de Villa Clara el sol inicia su iluminación, los trabajadores de Comunales de la unidad empresarial de base (UEB) Cayo Santa María ya tienen sudadas sus camisas, en sus rostros resalta la huella del salitre y sus instrumentos de trabajo pesan en sus manos. Se adelantan día a día al amanecer.
El colectivo siente orgullo de pertenecer a este sector y se considera la cara de Cuba ante los turistas. Por su humildad pudieran parecer los trabajadores menos importantes, en cambio conocen bien la utilidad de lo que realizan y sienten placer por los elogios que reciben a diario. Es impecable la limpieza de más de 120 kilómetros de vía y resaltan las áreas verdes y la jardinería, la sistematicidad en la recogida de desechos sólidos y la belleza de los adornos florales.
Del intercambio hasta el mar
Osvaldo Manso labora con su brigada en lo que llaman el intercambio, el punto donde confluyen las vías hacia Caibarién, Yaguajay y el pedraplén. “El área, de alrededor de 15 mil 500 metros cuadrados, tiene que mantenerse verde, su jardinería es peculiar al combinar los colores de los arbustos y frondosos árboles y un césped verde que no puede desentonar”, explicó.
“La brigada llega bien temprano a la intersección, trabaja para que todo esté como debe y nada se desfase de temporada. El turista tiene que ver lo linda que es Cuba, esa es nuestra máxima. Nos satisface que todos digan que esto lo hacemos todos los días”, dijo Eduardo Medina Rosa, quien no levantó la mirada del cuadrante de la hierba que emparejaba con su chapeadora de mano.
Junto al mar, a lo largo de kilómetros del pedraplén, se ven solitarios trabajadores desbrozando plantas invasoras, escardando, chapeando. La cultura del detalle en el camino de piedra.
“Desbrozamos el marabú que nace cerca de la coraza, incluso en lugares de hasta seis metros de profundidad, y le damos constante mantenimiento a las puntas de cada puente, y son 48. Además hacemos chapea manual a toda el área”, explicaron Gerardo González y Yasmany de la Concepción Morales, obreros que confiesan ser felices “porque mirar el mar los pone alegres”.
Al adentrarse a cada cayo la jardinería asombra, la limpieza de las playas es admirable, la pulcritud de toda la zona aledaña a la Clínica Internacional El Sol, es sorprendente. Eugenio Pérez, del centro de salud, reconoce que no descansa. “Este tiene que ser el más higiénico de los sitios del cayo, por eso no me puedo descuidar, hay que ser constante y estar pendiente de cada pedacito: barrer, chapear, adornar, sembrar… sin cansancio”, precisó con orgullo y emoción visibles. Dentro de los hoteles los adornos florales son exquisitos y distinguen cada instalación.
Donde todo se recupera
La planta de transferencia, destinada a reciclar los desechos sólidos de los hoteles y otras entidades que operan en el polo turístico de Villa Clara, es la única de su tipo en el país y América Latina. El trabajo es difícil, expuestos a olores desagradables, bacterias y microbios, no obstante saben que es una industria que promete. Por ello apuestan por su despegue, y aseguran que diariamente aprenden algo nuevo acerca de las posibilidades que brinda.
“Todo hoy se recupera, antes se desechaba, dijo Nadil Guerra, jefe de esta brigada de recogida de desechos sólidos de Cayo Santa María. Allí se clasifica, procesa y comercializa de acuerdo al origen; son dos grupos, uno recoge los desechos de cada entidad y otro trabaja en la planta, que es una industria”, puntualizó.
“Primero se separa todo lo que es de cristal. Se prensan las latas de aluminio y otros metales; más el papel y el cartón. También se recupera el nailon y todo lo que sea plástico. Tenemos los clientes garantizados para su comercialización”, especificó.
Juan Antonio Cruz Morales, director de la UEB Cayo Santa María, señaló que el trabajo en el polo turístico es difícil, porque son áreas muy grandes, dispersas, con una actividad diversa. “Para atenderlas todas hemos establecido cinco proyectos de desarrollo local que tributan al municipio de Caibarién y al sistema de comunales, por supuesto. Estos proyectos aportan 22 millones de pesos anuales, pero lo más importante es que el colectivo siente orgullo de pertenecer a este sector”, aseveró.