No tienen dones mágicos ni superpoderes, sin embargo, poseen el don de transformar lo sucio, lo feo, el dolor, pero en muchas ocasiones, lamentablemente, solo reciben como “premio” la indiferencia, incluso, la desconsideración.
Este 15 de febrero, Día del Trabajador de Servicios Comunales, es un buen momento para expresarles nuestro agradecimiento, por su aporte a la salud, por la humildad y constancia en la labor que realizan.
Hombre limpio
José Miguel Castillo Flores anda desde la madrugada en un vehículo color mandarina chillón que no se desplaza a gran velocidad, ni posee encantos que atrapen a su paso, pero deja una estela de higiene. Pertenece a la Dirección Municipal de Servicios Comunales de Pinar del Río.
Él es jefe de brigada de la dotación de un camión colector de desechos sólidos, labor en la que lleva casi 15 años. “Empecé por embullo, un amigo me trajo; me quedé, no porque sea trabajo fácil de conservar, es que me gusta; mejor que este no he tenido otro, se lo digo a los que me critican, estuve antes en la construcción y esto no lo cambio, aquí puedo ayudar a la población.
“Mi familia me apoya, yo he traído aquí a mis hijos y les explico que para mí es un prestigio trabajar donde otros no quieren. Cierto que hay suciedad, pero que su papá es un hombre limpio y me gusta que la casa esté organizada, recogida.
“La población tiene que ayudar a los trabajadores de Comunales. A veces echan la basura al lado del contenedor, nos miran y no les importa. No les interesa la higiene, ni tienen en cuenta que hasta podemos enfermarnos si cogemos una bacteria”.
Yo me pongo en su lugar
Miriam Hernández López hoy peina canas, pero comenzó en el arte de los arreglos florales siendo una adolescente de apenas 13 años. Acompañaba a sus padres que laboraban en la fábrica de coronas, la que ella administra hace más de dos décadas.
“Empecé vendiendo flores en la calle, luego pasé a la recepción y después a la administración. Casi todas esas ofrendas que se colocan en actos políticos y ceremonias las hago yo. Eso es lo que más me gusta, al igual que hacer los ramos”.
Sin embargo, ese disfrute no es lo que prima en sus jornadas, marcadas por la lidia constante con el dolor ajeno: “Yo me pongo en el lugar de los familiares y les digo a mis trabajadores que hay que tratarlos con mucho cariño, atenderlos bien, pues están pasando por un momento muy duro. Felizmente y hasta ahora, nunca he tenido ninguna queja de la población”.
Llorar por dentro
“Aquí llegué como sancionado, tenía que estar cuatro años, le cogí la vuelta al trabajo y ya llevo 20, es duro. Uno se acostumbra, y además, alguien tiene que hacerlo”.
Gabriel Camejo Linares es sepulturero en el cementerio municipal de Pinar del Río: “Con laCOVID-19 abrimos tumbas de noche, de madrugada, bajo agua; había que hacerlo directo en la tierra. Me enfermé, me recuperé y volví enseguida, pues hacía falta.
“A los familiares de los fallecidos los consolamos, y lo hacemos con mucho respeto. No es lo mismo cuando muere un niño que una persona mayor, pero, aunque duela y lloremos por dentro, tenemos que ponernos fuertes, pues si te dejas llevar no haces tu trabajo, aquí me he enfrentado con la realidad, ya sé lo que es la vida”.
Acerca del autor
Licenciada en Periodismo (1995 Universidad de Oriente). Trabajó como periodista en Tele Cristal (Holguín) hasta marzo del 2003, directora y guionista de televisión.
Periodista del semanario Guerrillero (Pinar del Río) desde mayo del 2003 hasta la actualidad, corresponsal del semanario Trabajadores en esa provincia desde septiembre del 2020.
Creadora audiovisual y cinematográfica independiente.