Quizás lo más emocionante de la presentación del libro “Yipsi Moreno, la Furia de Agramonte” no hayan sido las lágrimas de su protagonista ni la emoción de sus autores Lilian Cid y Andy Bermellón. Prefiero quedarme con el simbolismo de haberlo presentado en el Centro Fidel Castro Ruz, un lugar que al decir de la propia Yipsi le recordaba al líder histórico de la Revolución y al que su padre René Felipe le hubiera hecho feliz conocer.
Pero las páginas de esta nueva publicación de la Editorial Científico-Técnica tienen vivencias contadas este viernes y otras no reveladas, pero que la amistad con los autores me permite hoy cronicar. A Lilian y Andy los conocí bajo el sol del estadio Panamericano grabando, filmando y escribiendo sin ser periodistas graduados, sino periodistas de alma. Y eso, a veces, vale más que el título universitario.
Poco a poco fueron convenciendo a atletas, federativos, colegas, a sus miles de seguidores en Internet, y a la propia Yipsi, que la Ingeniería de Lilian en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) no le impedía recoger historia, interpretar estadísticas, dar noticias exclusivas, lograr entrevistas impactantes y por supuesto, soñar con un libro; acompañada de un periodista graduado como Andy, quien llegó desde el Oriente con un amor tremendo por el atletismo.
Así llegaron entonces más de 72 horas de grabación con quien no solo puede considerarse la mejor martillista cubana de todos los tiempos, sino una de las mejores del mundo en los primeros 15 años de este siglo XXI. Ese repaso del giro antes de lanzar y esa palabrota con que impulsaba el martillo al soltarlo al aire están en estas páginas para un lector que agradecerá también conocer a la excelente madre, mejor hija y aprendiz de dirigente deportiva.
No faltaron al “lanzamiento” más largo de Yipsi sus amigos, “mis únicos cuatro grandes amigos”; como tampoco los compañeros más fieles de Lilian y Andy. No importó que el lugar se quedara pequeño para escuchar la presentación del historiador y licenciado en Derecho, Ernesto Limia. No fue casual que el libro se agotara tan rápido y que no pocos compraran dos y tres para regalar a amigos que se lo habían pedido.
La tarde terminó para Yipsi con la sonrisa de siempre y dando autógrafos y fotos por doquier. Le tocaba, era la figura y el motivo. Para los autores, envueltos en dedicatorias y entrevistas a la prensa, nada pareció emocionarles más que aquellas palabras de un lector agradecido: “ustedes no son furiosos, ustedes son luces”. Y de ahí salió la inspiración de esta reseña.