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El orgullo de ser ferroviario 

Crecerse ante las dificultades, salvar hasta lo imposible… así pudieran describirse los trabajadores del sector ferroviario en Camagüey. Esos que también, desde lo oculto de los talleres, contribuyen a que se sostenga un servicio caracterizado por la obsolescencia tecnológica, y garantizan, de paso, la llegada de suministros a diferentes lugares de la geografía.

 

Angel junto a Idalmis Rosabal, secretaria provincial del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte y Puertos en Camagüey. Foto: Yamylé Fernández Rodríguez

 

Lo vital de este sector es incuestionable en las llanuras agramontinas, según afirma Idalmis Rosabal López, secretaria provincial del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte y Puertos. Y es que, como alega, “desde los talleres de fundición, vagones o desde la UEB 60 Aniversario se mantienen los medios de tracción y arrastre para garantizar el desarrollo de la zafra azucarera, para trasladar caña, miel, alcohol, amoniaco y otros recursos por todo el país”.

Eso lo logran a golpe de ingenio, innovando y creando piezas de locomotoras, a veces desde cero. Son trabajadores entregados que, como explica Rosabal López, incluso, en medio del enfrentamiento a la pandemia, hicieron lo que les tocaba y más.

 

“Ellos no se cruzaron de brazos y contribuyeron en la transportación de la canasta básica, y dieron su apoyo, también, en vacunatorios y en las comunidades. Y en los talleres siguieron trabajando en la reparación de las locomotoras, las góndolas, casillas y ferrobús, para garantizar el transporte de las personas”, apunta.

 

Quizás por eso no es de extrañar que en uno de esos colectivos dos de sus hombres ostenten la condición de Héroes de la República de Cuba y otros, medallas y premios por su labor.

Cuestión de amor

Ser trabajadores intachables es lo que caracteriza a los más de 500 obreros de la UEB taller ferroazúcar 60 Aniversario, ubicado en el camagüeyano municipio de Florida. Allí abundan los orgullosos del sector, entre ellos Ángel Eusebio Eugellés Mena, un hombre sencillo y bonachón, quien ha entregado a los ferrocarriles más de 50 años de trabajo.

Eugellés comenzó su vida laboral en los talleres del central Argentina y luego en la UEB fue donde creció y se volvió, según dice, el soldador que quería ser. Fue a la antigua Unión Soviética a fortalecer conocimientos, pero es en la 60 Aniversario donde mejor se siente.

Allí, explica, forma parte de un colectivo en el cual priman los innovadores, en que la frase “no se puede” no existe, lugar en que ha encontrado el mayor placer de la vida: ver a un tren salir pitando y en buen estado luego de reparado.

 

“Nosotros, acota, nos hemos ganado el lugar de unidad importante en la reparación de equipos de los ferrocarriles en todo el país. La gente sabe que con nosotros pueden contar, por eso nos pidieron ayuda con la recuperación del equipo de oxígeno de la planta de sorbitol y lo hicimos”.

 

Actualmente, Eugellés ostenta la medalla Lázaro Peña de primer grado y afirma que trabajará mientras la salud le acompañe. Porque, como explica, “ser ferroviario es lo más grande de la vida y trabajando es como mejor se aporta”.

 

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