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Con Filo: Sé siempre tú

¿Quién no conoce a esa clase de personaje que nunca aventura un criterio antes de oír a los demás dar el suyo, que jamás discrepa de los superiores jerárquicos o que sencillamente, aparenta ser una persona en un contexto determinado y después no actúa en consecuencia con esa imagen ficticia y cuando se presenta otra coyuntura asume otra posición que contradice lo que antes iba pregonando?

 

De este arte camaleónico, y sus efectos dañinos para nuestra sociedad debemos hablar, y aprender a detectar a quienes lo practican.

Uno de los valores o atributos personales que más deberíamos tomar en consideración a la hora de relacionarnos con nuestros semejantes es la autenticidad como seres humanos.

En la medida que seamos fieles a nosotros mismos, a nuestras creencias, opiniones, actitudes y principios más profundos, mejores ciudadanos, patriotas y revolucionarios resultaremos.

Lamentablemente, en nuestra sociedad han existido con alguna frecuencia mecanismos y formas de hacer que han propiciado una práctica simuladora en no pocos individuos, y no siempre hemos tenido tampoco, o no han funcionado creadoramente, todos los espacios de intercambio o de polémica franca y abierta entre las personas.

Gente que dice lo que no siente, o siente lo que no dice, por pura conveniencia y como vía oportunista para asegurarse una posición, un privilegio inmerecido, una condición que piensa poder mantener a cualquier precio, incluso el de no irle de frente a los problemas que con tanta frecuencia se cruzan en nuestro camino.

Las transformaciones que en este momento tienen lugar en nuestro país, en la búsqueda de un socialismo cada vez más participativo, democrático y genuinamente original, no serían posible si paralelamente no estimulamos, como en nuestro criterio se está haciendo, la posición crítica ante las dificultades y el debate diáfano, comprometido y responsable de las cosas que queremos y debemos cambiar.

Los debates que hemos sostenido, continuamos teniendo y seguro se mantendrán por mucho tiempo, sobre el perfeccionamiento del modelo económico cubano y alrededor de la implementación de los lineamientos de la política económica y social, incluyendo la elaboración, discusión y aprobación de nuevas leyes, han sido un buen ejemplo de cómo es posible fomentar esa autenticidad.

Ello favorece el enriquecimiento de la espiritualidad y un respeto a lo diverso de las individualidades dentro de un proyecto social que se basa en la unidad y el consenso, sin desconocer la importancia de mostrarnos tal y como somos, de ser consecuentes en todo momento con lo que pensamos y sentimos, y exigir que se nos tenga en cuenta en nuestra peculiaridad.

No quiere decir esto que perdamos la noción del error, la modestia y el sentido de pertenencia como miembros de una sociedad que requiere de normas de comportamientos, y de también ajustarnos, con respeto y tacto, a las necesidades y requerimientos de las demás personas, y a los dictados de la inteligencia colectiva.

Dentro de ese margen tan rico en que cada cual es como es, y no como quisiéramos que fuera, tenemos que favorecer más esa combinación equilibrada entre los intereses colectivos e individuales, una de las falsas contradicciones que se le han querido atribuir al socialismo como proyecto socioeconómico y político. En fin, querido oyente, siempre se tú, con responsabilidad, compromiso y pasión: así haremos entre todos un mejor país para el futuro.

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