Como parte de las múltiples iniciativas de los teatristas cubanos con motivo de la celebración este año de la Jornada Villanueva, el grupo Teatro Cimarrón iniciará el venidero 28 de enero, en fecha coincidente con el aniversario 169 del natalicio del Apóstol, el montaje —con actores— de Abdala, un texto portador de extraordinarios sentimientos de amor y patriotismo; según dio a conocer el director de esta compañía, Alberto Curbelo Mezquida (Camagüey, 1957), dramaturgo, escritor, poeta, crítico y periodista.
Vale destacar que durante la noche de los sucesos del Teatro Villanueva, el adolescente José Martí y su amigo Fermín Valdés Domínguez ultimaban detalles para la impresión del periódico La Patria Libre, cuyo primer y único número fue publicado el 23 de enero de 1869 y en sus dos últimas páginas reproducía el célebre poema dramático Abdala, donde el virtuoso intelectual y revolucionario se refiere a los aborrecibles acontecimientos que ocurren en la Cuba colonial; además de exponer su primer concepto sobre la patria. De ahí el interés de Cimarrón por vincular el comienzo del montaje de la pieza con la celebración de la jornada que evoca los sangrientos acontecimientos del 22 de enero de 1869, fecha seleccionada para celebrar el Día del Teatro Cubano.
Curbelo recordó que el profesor universitario, presentador de televisión, editor y dramaturgo cubano Rine Leal, paradigma de la crítica literaria y la investigación teatral en Cuba, expuso la importancia de Abdala en la literatura hispanoamericana al señalar que “es la primera ocasión que nuestra escena acepta a un negro como héroe, y lejos de transformarlo en detalle exótico, bufonesco, y desplazarlo a la risa y la burla, lo sitúa como centro de la acción”.
El director artístico y general de Cimarrón asimismo evocó las palabras de la connotada poetisa, ensayista, investigadora y crítica literaria Fina García-Marruz, Premio Nacional de Literatura en 1990, quien advirtió que “Abdala, de fondo autobiográfico, tiene de personaje central a un príncipe africano, sin tomar, como era habitual en la época a modelos griegos o europeos rubios para desdoblar en ellos lo problemas patrios, como haría Heredia con Los últimos romanos, y que en todo su trabajo hay siempre un intento de reparación o dignificación de la mujer o del hombre’”.
En correspondencia con el estilo y la orientación estética y temática de Cimarrón, su director afirmo: “Abdala tiene que estar forzosamente el nuestro repertorio. A fines del 2018 presentamos la propuesta al Centro de Teatro de La Habana con la intención de festejar en el 2020 el aniversario 25 de Teatro Cimarrón con una obra que, al decir de Rine, subvierte la imagen colonialista y rompe el esquema racial de entonces. La pandemia del Covid-19 y otros azares (producción, elenco apto para las exigencias del montaje, integración de un equipo de realización con profesores, asesores, diseñadores, músicos, agrupación danzaria, etc., que sean idóneos según las condicionantes ideo-estéticas de la puesta en escena) empantanaron su representación”.
Sobre el interés por representar esta pieza de Martí, asimismo dijo: “Hay que tener en cuenta que el adolescente Martí nos ofrece en versos un concepto de la Patria que no muchos intelectuales criollos y, tampoco, oficiales mambises del 68, pudieron expresar entonces a ese nivel. Incluso hoy, es difícil que ideemos una definición más clara y bella. Pero, cuando es «declamada», pasando por alto las palabras acentuadas ─«el alma del suceso», al decir de Stanislavski─ lapidan la intención, su significado. Lo que es poético ya lo es, no tenemos que entonar la estrofa para que lo sea. Ése ha sido el más grave error que se ha cometido, a mi juicio, al hacer hincapié en explícitos fragmentos de Abdala en las tablas o espacios en que se arenga. Es muy trabajoso para los actores liberarse de lo que han visto y escuchado desde que cursaban la primaria.
“Es imprescindible —agregó— que realicemos una reinterpretación de Abdala desde el aquí y el ahora de nuestros jóvenes. Pretendo que no se sientan espectadores de un poema dramático, sino que la acción dramática los convoque a reflexionar sobre los diferentes amores que, no pocas ocasiones, sitúan sus vidas en un desfiladero. Porque Abdala, independientemente del trasfondo político, por sus tintes autobiográficos sitúa el conflicto en el Amor: en el amor de Abdala por su madre y hermana, en el amor de Espirta por su hijo, en el amor de Elmira por su hermano, y, en última instancia, gravitando sobre todos los amores, en el amor a la Patria”.
El emprendedor dramaturgo relató que, en torno a esta nueva producción, advirtió a los integrantes de su grupo que “vamos a representar una pieza, no a dramatizar un poema”. Al respecto significó que tal interés es el que frecuentemente hacen con los montajes de las obras de los principales poetas de la lengua, incluido Martí. “¡Qué difícil ha sido —enfatizó— apartarnos de ese lenguaje condensado de las tribunas! Tuve que recapitulares, o darles a conocer a los que no han cursado la academia, las concepciones de Brecht, Piscator, Augusto Boal, Paulo Freire y otros teóricos del teatro político y del oprimido, para que se desprendan de esa mirada fija exclusivamente en lo político, que está, pero subyacente, en Abdala. Hablarles de las búsquedas en los 60 y 70 de dramaturgos y directores como Pepe Santos, Roberto Blanco, Tomás González y José Milián, entre otros, que echaron garra a discursos históricos, cartas, notas de prensa y también al verso desde una teatralidad seductora, muy polémica, que situaron sus espectáculos entre las mejores puestas en escenas de la Cuba de entonces”.
Al referirse a las dificultades para acometer esta empresa, Curbelo mencionó, en primer término “la indiferencia. La inercia con que la institución (funcionarios, especialistas…) asumieron el propósito de Teatro Cimarrón de llevar a las tablas el texto de Abdala en momento tan convocante como el que vivimos. Tenemos el sueño de que los adolescentes y jóvenes de nuestras barriadas y escuelas ─aunque será un espectáculo para todos los públicos─ puedan apreciar la obra íntegramente, sin quincallas políticas o declamatorias que tanto han mellado su representación al desintegrar situaciones tensas y pasiones conflictivas. Les he reiterado a los actores que las verdades no se gritan, mucho menos cuando enfrentamos un conflicto íntimo, de amores desbordados, entre un adolescente y su madre.
Seguidamente dijo: “Para que tengas una idea, sólo una, de la ‘otra pandemia’ que enfrentamos, te diré que desde el 2017 el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Centro de Teatro de La Habana no asignan electricidad al Edison, nuestra derruida sede del Cerro, por lo que carecemos de un simple bombillo que alumbre para leer el texto; no tenemos electricidad para una grabadora y dar las clases y entrenamientos de folklore, imprescindible para el montaje, ni siquiera podemos escuchar las bandas sonoras de los remontajes previstos en los planes de los últimos años. Estamos, como Esteban Montejo, el cimarrón de Barnet, metidos en una oscura cueva, que también amenaza con desplomarse.
“Pero resistimos —enfatizó— y materializaremos el montaje de Abdala y otros empeños que fraguan una Cuba para todos, también desde el teatro”.