En casa nadie se lo enseñó, pero tampoco lo frenaron. Y cuando en el instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas “Máximo Gómez Báez”, en Camagüey, Jorday Aróstegui Morell encontró su vocación por las ciencias, su familia fue la primera en alentarlo.
Allí el joven formaba parte del equipo de Física y junto al profesor Pino descubrió la belleza de encontrar respuestas, de investigar. Esa fue la cimiente que luego creció mientras cursaba la carrera de ingeniería eléctrica en la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte”.
“Y es que en esta isntitución, dice, cuando nos mandaban para las industrias e iba descubriendo que se podían hacer cositas o cuando participaba en los eventos de los días de la ciencia, fui constatando que buscar y descubrir cómo resolver problemas era lo que quería hacer por el resto de mi vida”.
Fue entonces esa la principal razón que lo motivó a rechazar de tajo la ubicación laboral como Comercial en una empresa una vez graduado. “Yo lo tenía claro, asegura, había estudiado para ser un trabajador técnico, así que me puse a buscar otras opciones y llegué a la Empresa Eléctrica de la provincia, específicamente en el Departamento Regímenes de la Operación del área de despacho de carga.
“No llevaba ni dos días cuando el jefe de aquel entonces me pidió que con la mente fresca me dedicara a estudiar las redes de distribución del territorio. Análisis similares de la transmisión se habían realizado, pero la especialización de los softwares que implicaba el estudio de las redes de distribución lo había limitado”.
A pesar de la complicación que podía implicar el análisis, Jorday se dispuso a trabajar junto a sus compañeros del departamento. Tras muchas horas de lecturas y comparaciones con lo que sucedía en el resto del mundo aparecieron los primeros resultados.
“Un sistema eléctrico, detalla Jorday, se utiliza para llevar energía a todos los clientes, pero durante el proceso físico suceden pérdidas por histéresis en los transformadores u otros efectos. En la red nuestra los circuitos operan de manera radial, pero están entrelazados para, en caso de averías, pasar cargas de un lado a otro.
“Entonces ocurría que existían elementos que, al variar su estado o posición, nos permitían bajar el consumo de las entradas. El cliente no dejaba de recibir el servicio y éramos capaces de entregar la misma electricidad a los clientes, pero consumiendo menos energía del sistema de transmisión.
“Con esta opción lográbamos eficiencia en el proceso productivo, pues reducíamos las pérdidas. Además, son megawatt que se dejan de consumir, lo que, como hemos estudiado, ahorra más de millón de pesos por año, es CO2 que dejas de emitir a la atmósfera, es energía que no se quema en centrales, es combustible que no empleaste y ahorraste”.
En el 2018 publicaron los primeros resultados, pero ahí no se detuvieron. Jorday continuó realizando otras investigaciones con modelaciones matemáticas diferentes, las cuales también publicó, porque, como alega, “aunque sean cuestiones muy particulares de nuestra red, son detalles útiles que ayudan a quienes tengan problemas similares”.
Por su constante curiosidad, Jorday ha recibido varios premios, tales como el sello Forjadores del Futuro, la condición de Jóvenes por la vida y, hace poco, el premio Citma-BTJ. Para él son solo impulsos y motivaciones para continuar.
Por eso mientras continúa dándole taller a los flujos de carga, ya analiza modelos matemáticos de predicción de potencia solar fotovoltaica. “Esto, asegura, es útil pues a la hora de explotar un sistema se necesitan predecir las variables y al tener que tomar en cuenta el elemento meteorológico se dificulta más”.
Entre modelos matemáticos y programas avanzados anda Jorday, un joven agramontino que solo quiere cumplir con lo que le enseñaron en la Universidad de que “lo más importante, luego de graduados, es respetar ese título universitario siendo útiles, ayudando a la sociedad y solo por el deseo de hacernos nosotros mismos la vida un poco más cómoda”.
