Y persisten desafíos: el primero: el de la factura. Se trata de la manera de hacer televisión, de las capacidades técnicas y la capacidad profesional para lidiar con esa técnica.
Otro desafío: el sentido del espectáculo. No apostamos por la banalidad pirotécnica, mucho ruido y pocas nueces. Pero la televisión tiene que ser espectáculo, y no solo los programas necesariamente espectaculares. Sentido del espectáculo en todo: desde los programas de orientación hasta los noticieros, incluyendo la programación de cambio, en la que sigue habiendo demandas insatisfechas.
Tercer desafío: la articulación. Aunque ahí hay indudables avances: un canal generalista, Cubavisión, varios canales especializados. Para hay que seguir buscando fórmulas para conformar las parrillas entendiendo la programación como un sistema. No todo le sirve a todo el mundo, hay que complacer a las mayorías sin desatender a las minorías.
Cuarto desafío: los esquemas de producción y de financiación de esa producción. Y ese es un reto importante, teniendo en cuenta las dificultades de la economía nacional. Los recursos no sobran, más bien faltan, por lo tanto hay que aprovechar lo que se tiene de la manera más eficiente.
Encarar esos desafíos es una tarea titánica. Lo saben los que hacen televisión todos los días. La buena noticia es que hay muchos profesionales empeñados en hacer cada día una mejor televisión. Se están viendo los resultados.