Parte I. La “Cumbre por la Democracia” de Biden en diciembre: ¿Mensaje ominoso para Cuba?
Parte II. Fabricación de una disidencia
Parte III. Represión, supresión, intimidación y detención: ¿Valores universales?
Parte IV. Si “represión” no pega, ¿qué tal “revolución”?
Parte V. Conversaciones con cubanos: ¿Por qué fracasó el 15N?
Parte VI. La Coordinadora canadiense-cubana del grupo Archipiélago confiesa: Revolución y no represión
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La “Cumbre por la Democracia” de Biden en diciembre: ¿Mensaje ominoso para Cuba? (I Parte)
Dos días después del fallido esfuerzo subversivo del 15 de noviembre de 2021, Yúnior García, líder y organizador del grupo de Facebook Archipiélago, huyó a Madrid “para escapar de la represión”, término muy muy de moda, cuyo verdadero significado abordaremos en dos de las próximas partes de este artículo: Fabricación de una disidencia y Represión, supresión, intimidación y detención: ¿Valores universales?
Desde Madrid, Yúnior llamó a “una alianza de opositores de Cuba, Venezuela y Nicaragua para enfrentar a la ‘misma dictadura’. El 30 de noviembre, “a raíz de las acciones del régimen cubano contra manifestantes pacíficos el 15 de noviembre, el Departamento de Estado [de EE. UU.]… impuso restricciones de visado a nueve funcionarios cubanos”.
Días más tarde, el 9 de diciembre, se celebró la “Cumbre por la Democracia” patrocinada por la Casa Blanca, con una lista selectiva de países invitados de todo el mundo. Teniendo en cuenta solo el hemisferio occidental, la orientación de la Cumbre puede determinarse por el hecho de que entre los invitados se encontraban gobiernos imperialistas de derecha pro-estadounidenses como Canadá, Colombia y Brasil. Quedando así excluidos Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Existe una relación directa entre el fracaso del 15N en Cuba, la Cumbre de la Democracia y otros eventos internacionales previstos hasta el 2022, cuyo denominador común es la supuesta “represión” en Cuba. Yúnior dio las pautas para ello en su llamamiento a una alianza de la “oposición” en Cuba, Venezuela y Nicaragua, al tiempo que afirmó que tiene la intención de continuar sus actividades contra el gobierno cubano. En la Cumbre por la Democracia de Biden, el escenario se preparó cuando Juan Guaidó fue invitado como representante de Venezuela. En ese momento, Rosa María Payá, otra disidente cubana que había apoyado el 15N, fue catapultada a la escena desde los Estados Unidos (Washington y Miami) donde por lo general reside.
Estos escenarios, tal como conviene a Estados Unidos y sus aliados, están mucho más cerca del centro del poder contrarrevolucionario anticubano que Madrid. ¿Quién es esta personalidad de nombre Payá? que durante la reunión del pasado 10 de julio de 2020 con el entonces presidente Trump pidió “que ayudara directamente al pueblo cubano y designara al Partido Comunista, al G2 [inteligencia] y a los militares cubanos como organización terrorista.”
Payá fue invitada a asistir a la Cumbre de la Democracia como parte de la delegación venezolana. Como podemos ver en la imaginaria “papelería gubernamental” de Guaidó presentada a continuación, Payá fue designada como uno de los “10 honorables hombres y mujeres que luchan por la libertad en Venezuela, Cuba y Nicaragua.”
Payá declaró en un tuit que “fue un honor formar parte de la delegación venezolana”, al tiempo que deploró que los contrarrevolucionarios cubanos [en Miami] no fueran invitados a representar a la delegación cubana. En otro tuit, agradeció al Secretario Blinken por mencionar a los “presos políticos cubanos en su discurso ante la Cumbre”, reiterando su queja de que “los disidentes cubanos no fueron invitados”, pero expresó la opinión de que sería “indispensable que este comportamiento se rectifique para la próxima Cumbre de las Américas”, evento patrocinado por Estados Unidos que se organiza cada determinado número de años, y cuya próxima cita (la IX) está prevista para el verano de 2022 en el propio EE. UU.
Hay que remontarse a la VII Cumbre de las Américas para entender los deseos de Payá, pues en aquella ocasión (Panamá, 2015), aprovechando la masiva presencia mediática internacional, los disidentes intentaron participar en calidad de “representantes” de Cuba en las reuniones de la sociedad civil que se celebraban paralelamente. A esta maniobra se opusieron los representantes revolucionarios cubanos que también habían viajado a Panamá y se produjeron enfrentamientos.
Este tipo de conflicto mediático ya está en la agenda de la IX Cumbre de las Américas prevista para 2022. El plan, aun en ciernes, constituye un indicio más de que los Estados Unidos y sus aliados no han abandonado el objetivo de cambio de régimen en Cuba, a pesar del fracaso del 15N.
Como parte de la investigación para este artículo, sostuve varias entrevistas en línea y telefónicas con algunos de mis colegas en La Habana. Las entrevistas, que tuvieron lugar entre el 15 y el 25 de noviembre, figuran en este artículo. Uno de los colegas es el periodista y escritor Luis Toledo Sande (LTS). Es notable que el intercambio con Toledo Sande tuvo lugar antes del llamamiento de Yúnior a “una alianza de opositores de Cuba, Venezuela y Nicaragua” y la tardía declaración del Departamento de Estado del 30 de noviembre de 2021. He aquí un extracto de la transcripción.
Arnold August: ¿Podría explicar, ampliar las siguientes menciones de “ingenuidad” de su artículo «Cuba: ¿De julio a noviembre?”: “¿Terminaron sus farsas con la partida para Madrid de su cabecilla vernáculo visible, ayudado por lo que no hay que ser muy perspicaz para suponer complicidad de autoridades españolas herederas de aquellas que en 1898 se humillaron ante los Estados Unidos? Sería otro acto de ingenuidad pensarlo. Los enemigos de la nación cubana, aun cuando se sepan históricamente condenados al fracaso, no descansarán en su propósito de conseguir que Cuba se desgaste respondiendo una a una sus maniobras, y desatienda el trabajo que debe continuar haciendo para bien del pueblo y de su calidad de vida”.
LTS.: ¡Dios nos libre de pensarlo!, dirán incluso ateos honrados ante ese peligro. El imperio no duerme, no cesa, ni un solo instante deja de urdir trampas. Es una tarántula insaciable y gigante, en decadencia, sí; pero con un poder de supervivencia que aún puede ser prolongado. Cuba lo sabe. No solo desde 1959 para acá. Tiene experiencia acumulada, como nación, desde antes de 1898, cuando los Estados Unidos comenzaron a consumar un plan que fraguaban desde mucho antes —desde que se perfilaron y se constituyeron como nación— apoderarse de todo el continente y de las islas, en un salto hacia la hegemonía mundial. El brutal saqueo de México fue, de facto, un anuncio del diabólico plan. El proyecto revolucionario de José Martí en 1895 tenía en su médula el propósito de impedirlo a tiempo. Tal fue la realidad por la que hace años titulé un texto “95 vs. 98”. Y es fundamental saber que, aunque en el fondo el imperio —el imperialismo estadounidense— sepa que no tiene opción de triunfo en sus aspiraciones de aplastar a Cuba, de derrocar a la Revolución y borrar su ejemplo, mientras él sea lo que es, y como es, no cesará en su afán de hacerle daño a este país, de llevarlo a responder sucesivas agresiones puntuales, para distraerlo de su deber de seguir avanzando y desarrollándose para bien del pueblo. A eso responde un bloqueo genocida que ya va por seis décadas, ignorando la repulsa mundial que merece y suscita. Desconocer cómo funciona la maquinaria imperialista —todavía hoy con enromes recursos económicos y militares, con un poderío mediático que le propicia fabricar y vender mentiras tras mentiras como si fueran verdades, con aliados internacionales solventes y con mercenarios a su servicio— sería tal vez la mayor ingenuidad imaginable. ¡Dios nos libre!
¿Qué lecciones podemos sacar de esto? La situación actual después del 15N confirma la aprensión de Toledo Sande expresada antes de la derrota del 15N, a saber, que, aunque los Estados Unidos no tengan ninguna posibilidad de triunfar, no cesarán en su deseo de perjudicar a Cuba. Por ejemplo, las últimas declaraciones de Yúnior, del Departamento de Estado y de la Cumbre de la Democracia de diciembre pasado han desvelado más acciones provocadoras que ya se están planificando de aquí a 2022. Señalan el peligro de albergar cualquier opinión ingenua sobre Yúnior y sus aliados, fomentada por “expertos” cubanos de medio pelo en la isla y en el extranjero que simpatizan con él y con la revolución de colores.
Sin embargo, para comprender mejor la situación actual y sus implicaciones para el futuro, profundicemos en el contexto que llevó a Yúnior a establecer su sede en Madrid y en la convergencia de acontecimientos y declaraciones de diciembre.
El 27 de noviembre de 2021 tuvo lugar en La Habana una multitudinaria marcha con motivo del 150 aniversario de la emblemática causa anticolonial cubana, es decir, el asesinato de ocho estudiantes de medicina por los colonialistas españoles. Por supuesto, la marcha de 200.000 personas en La Habana no fue reconocida por los gobiernos occidentales ni por sus medios de comunicación. En el otro polo del espectro político, el 27 de noviembre fue también el primer aniversario del llamado «Movimiento 27 de noviembre de San Isidro» de los artistas, en relación con el Decreto 349 del gobierno cubano sobre la cultura.
El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony J. Blinken, emitió una declaración de apoyo en el aniversario. El «Movimiento de San Isidro» fue el antecedente del abortado megaespectáculo del 15 de noviembre de 2021, la revolución de colores en favor del cambio de régimen, con los mismos actores, incluido Yúnior García. Sin embargo, para la gran mayoría de los cubanos, la marcha anual del 27 de noviembre adquirió una dimensión completamente diferente en 2021: fue su vuelta de la victoria, eclipsando por completo la marcha del 15N, que no llegó a materializarse.
Numerosos blogueros y periodistas revolucionarios se apresuraron a aprovechar la oportunidad para restregar esto en las narices de los Estados Unidos y sus aliados anticubanos. Sin embargo, también se expresaron algunas palabras importantes de cautela. Por ejemplo, el 12 de diciembre, Iroel Sánchez escribió un artículo en su blog ––que fue replicado por Granma, el órgano oficial del Partido Comunista–– titulado: “EEUU-Cuba: El exceso de entusiasmo como dificultad para enfrentar las frustraciones”, del cual citamos un fragmento
“Pero no es el triunfalismo lo que debe guiar la labor de los revolucionarios cubanos luego de este Bay of pigs del siglo XXI. Washington carece de humildad para encajar autocríticamente sus fracasos… No descansar en la batalla por la verdad, actuar decididamente en el enfrentamiento a la desigualdad allí donde las desventajas para los más humildes se han acumulado de manera muy significativa, crear y potenciar nuevos instrumentos, económicos, sociales, jurídicos y culturales contra cualquier desigualdad y discriminación, involucrar intensamente al pueblo, y especialmente a los jóvenes, en los nuevos y viejos combates ha sido la respuesta fidelista de la dirección revolucionaria a los desafíos del presente, y lo ha hecho escuchando a muchos, aceptando críticas y hablando con modestia, mientras trabaja con intensidad y transparencia….Sólo la más amplia cultura y el más intenso trabajo pueden ser nuestras vacunas contra un imperio que en su decadencia, y preocupado por perder su hegemonía a nivel global, quiere afianzarse en un territorio que considera su patio trasero”.