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Ser médico de la familia es amor y consagración

Hace 38 años, recién graduada y con muchos miedos salía a enfrentarse a la vida laboral la camagüeyana María del Carmen Romero Sánchez. Había estudiado medicina, esa era su pasión; pero nunca imaginó que así, con tan poca experiencia, la seleccionarían, junto a otros siete colegas, para iniciar en la provincia el programa del médico y enfermera de la familia.

 

Para la doctora María del Carmen Romero haber sido de las primeras doctoras de un consultorio médico fue una de las mejores experiencias que ha vivido. Foto: Gretel Díaz

En el consultorio médico número uno, perteneciente al área de salud Ignacio Agramonte, fue donde ubicaron a María del Carmen. “Allí, dice, estuve unos 10 años y hoy, luego de tanto tiempo, todavía muchas personas me recuerdan por la labor realizada. En ese entonces se atendía alrededor de 540 personas, a quienes veíamos de manera integral. Se daban las consultas en la mañana y en la tarde terreno, que era visitar a las personas en su vivienda.

“Fue una experiencia muy gratificante y lo considero como el programa base del sistema de salud de la atención primaria. Además, te permite trabajar en la prevención de riesgos y enfermedades y en el control de otros padecimientos que pueden llegar a complicarse. Es un trabajo complejo, pero implica que des amor y te comprometas con la población”.

Aunque a María del Carmen le apasione la atención primaria y hasta haya sido de las primeras en la provincia en alcanzar el segundo grado en la especialidad de médico general integral, también se ha desempeñado satisfactoriamente en otras labores, como la docencia. Así asumió la subdirección docente del policlínico Ignacio Agramonte y años más tarde, desde el 2008 hasta el 2018, se convirtió en rectora de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J Finlay.

Por su destacado desempeño, igualmente cumplió dos misiones internacionalistas en Venezuela, donde estuvo, la última vez, desde el 2019 como directora nacional de la docencia de la misión médica cubana.

“En esta ocasión, añade la doctora, trabajé durante 38 meses y pude estar en contacto con muchas personas y colaboradores de diferentes perfiles. También me encontré con muchos coterráneos que había formado y que me identificaban, eso fue muy bonito.

“Igualmente allí tuve la oportunidad de trabajar con la Universidad de Ciencias de la Salud Hugo Chávez Fría en la formación de médicos integrales comunitarios, cifra que supera los 28 mil.

“Pero también fue la etapa en la que tuvimos que enfrentar a la Covid-19, por lo que en nuestras manos quedó la tarea de capacitar al personal. Para ello diseñamos un sistema dirigido a los colaboradores de todos los perfiles donde se dieron elementos de la terapia intensiva. Esa fue una tarea ardua”.

Ya en el 2021 retorna a las llanuras camagüeyanas para laborar como profesora en el departamento de salud de la Universidad de Ciencias Médicas, lugar en donde estará siempre que la medicina le necesite, alega, y sobre todo luego de recibir la Medalla Jesús Menéndez durante el marco de la celebración por la jornada del Día de la Medicina Latinoamericana.

“Eso fue una sorpresa, explica, porque realmente no pensé que me la darían. Pero significa un estímulo importante. Ya tengo 61 años y he hecho de todo, pero esta medalla me estimula a consagrarme más y a seguir siendo, sobre todo, médico”.

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