Uno de los compañeros de lucha de Menéndez narró que en la etapa de reconstrucción del movimiento sindical los responsables de esta tarea se trasladaban en la antigua provincia de Las Villas con algunos choferes que, se estacionaban en el parque Vidal, entre los cuales se encontraba uno muy pintoresco al que llamaban Planitas, quien con sus excentricidades había dilapidado una herencia y para sobrevivir tuvo que convertirse en chofer de alquiler de piquera manejando carros defectuosos y maltratados.
Menéndez era uno de sus pasajeros más habituales y a menudo solo tenía dinero para pagarle la gasolina.
Transcurrido un tiempo Jesús salió de la semilegalidad, y además del líder de los trabajadores azucareros llegó a ser representante a la Cámara, por lo que se trasladó a la capital de la República.
Cuando a Planitas se le complicó la situación económica recordó que Jesús era legislador, y creyó que este podía resolver sus problemas, como lo hacían habitualmente los que ostentaban cargos en el Parlamento.
Al llegar a La Habana fue derechito a la oficina de Jesús, quien inmediatamente lo recibió, aunque el visitante se llevó una sorpresa. El líder azucarero le dio tratamiento a Planitas durante su estancia en La Habana. No se limitó a decirle que no podía resolver su caso y le explicó el porqué: no era él un politiquero al estilo de los que aprovechaba su posición para repartir puestos o favorecer a sus amigos, sino un representante por el Partido Socialista Popular, que a diferencia de los demás, no cobraba su sueldo sino que lo transfería a las finanzas del Partido y este le daba una asignación para cubrir sus gastos más elementales.
Al principio, como era de esperarse, aquello a Planitas no le cabía en la cabeza y cuentan que Jesús no perdió la paciencia y apeló a otros compañeros, les mostró documentos y finalmente con no poco trabajo logró convencer al hombre. El chofer regresó a Santa Clara con un poco de dinero que reunieron de sus propios bolsillos los dirigentes de la Federación Azucarera.
Pocos minutos después de la partida de Planitas, Menéndez recibió una llamada telefónica al parecer sobre una situación complicada. Su respuesta a su interlocutor fue: “Sí, yo sé, sé que es difícil: pero mira chico, después de la batalla que acabo de ganar nada me parece difícil”.
Fuente: General de las Cañas, Gaspar Jorge García Galló