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Bioeléctrica-central Ciro Redondo: Epicentro de millonarias pérdidas (+ Fotos)

Las situaciones coyunturales de los últimos tiempos impactan en el desarro­llo socioeconómico de lo que este periodista considera hoy como el epicentro de la agroin­dustria azucarera de esta provincia, por contar con la única bioeléctrica del país, el central más modernizado de la nación, la mayor planta del bionutriente fitomas, la emblemática fábrica de levadura torula; y las entidades provinciales de logística Azumat, de montaje industrial Zeti y de transporte ferroviario Ferroazuc.

El gran desafío: alimentar de biomasa a la bioeléctrica para que esta pueda reanudar sus operaciones tras casi seis meses de inactividad. Foto: José Luis Martínez Alejo

Tan potente núcleo empresarial, con sus respectivos emplazamientos en el céntrico po­blado de Pina, posee historia de caguasos de­rivados no solo de fenómenos climáticos y epi­demiológicos, de contingencia energética, de bloqueo imperialista y de crisis económica que han menguado las fortalezas de un sector clave.

Razones tienen muchas personas para pre­guntarse: ¿Por fin, podrán la bioeléctrica y el central Ciro Redondo, más allá de cumplir las cláusulas de un contrato de intercambio de in­sumos, lograr eficiencia en la producción de energía y azúcar, desde la recta final del 2021?

 

El escollo añejado

Aunque optimista, porque en el día a día ya se habla de que ambas industrias son como una en materia de relaciones laborales, Danilo Fer­nández Madrigal, director de la Empresa Agro­industrial Azucarera Ciro Redondo, reconoce que “sigue siendo nuestro principal problema la producción de caña”.

Los factores externos influyen, pero los internos pesan demasiado. “Tenemos uni­dades sin incorporarse a la doble jornada de labor en la agricultura, incide en ello la ali­mentación del personal. Los resultados es­tán muy distantes del potencial del riego con inversiones en sistemas de alta tecnología por casi medio millón de pesos”, argumenta el directivo.

Y la gramínea lista para el corte se seca en el campo. “Perdimos 35 mil toneladas en las dos últimas zafras, con una afectación económica de casi 2 millones de pesos, por­que retiramos el agua antes de la cosecha, como está establecido, pero no fueron corta­das, entonces las cañas se secaron y las cepas murieron…”, ejemplifica Alfredo Oropeza Díaz, presidente de la unidad básica de pro­ducción cooperativa Ilusión.

Alfredo Oropeza: «Nunca hemos tenido pérdidas económicas, pero si el central Ciro Redondo vuelve a dejar de moler, vamos a seguir perdiendo volúmenes de caña…».

Hay más materias no tan extrañas de un problema añejado. Porque, dos años atrás, an­tes del azote del coronavirus, el territorio avile­ño mostraba rendimientos de 41 toneladas por hectárea, bajísimos según especialistas. De 60 unidades cañeras, solo 17 pudieron distribuir utilidades en tal etapa.

 

Bagazo, marabú o ¿espinas?

Espinoso se torna este año el ambiente precontienda azucarera con las dolencias en el corazón del emporio agroindustrial. La bioeléctrica está inactiva desde mediados de junio pasado, debido a la falta de biomasa de marabú como combustible para el funcionamiento de sus calderas, lo cual limitó el aporte al Sistema Electroenergético Nacional, por cierto, en momentos de apagones, ante el déficit de generación por averías en las principales termoeléctricas del país.

El umbral de este emporio industrial debiera tener ya una cultura urbanística. Foto: José Luis Martínez Alejo

El ingeniero Adisney Peña, director de planta en la bioeléctrica, afirma que la causa fundamental es la rotura de ocho de las 12 co­sechadoras de marabú, paralizadas por falta de financiamiento para adquirir piezas de repues­to por importación.

 

Un ejemplo del gran problema que es la producción de caña. No solo las malas hierbas han necesitado de movilizaciones voluntarias. Foto: CTC Ciro Redondo

“Ahora efectuamos la corrección de defectos para reanudar la puesta en marcha del equipa­miento industrial. El mantenimiento general incluye 72 tareas, ya concluimos el alistamien­to del sistema de alimentación de la biomasa, y está en proceso por su envergadura el arreglo del sistema refractario de las dos calderas y la sustitución de 79 tubos en la número dos”.

Por su parte, Fernández Madrigal menciona entre las acciones importantes la limpieza quí­mica realizada a mecanismos del ingenio azu­carero pinense, una tarea en la cual se cifran las esperanzas para revertir los resultados de la contienda pasada, con solo el 18,2 % de cumpli­miento de la producción mercantil planificada. “¿Causas de los incumplimientos?, la princi­pal fue el alto contenido de sílice que el cen­tral nos devolvía como condensado, se perdía mucho tiempo en recepcionar esa agua de baja calidad que no admiten nuestras calderas mo­dernas de alta precisión. Teníamos que botar líquido y producirlo en nuestra planta de trata­miento para reponer la cantidad perdida, y eso requiere la utilización de productos químicos caros”, explica Adisney.

 

De otros sinsabores y desafíos

La vecina unidad de derivados de la caña de azúcar también convive en un ambiente con sabor agridulce. Comienza a reanimarse con nuevas inversiones, pero le será imposible des­contar el atraso en la producción de levadura torula que no rebasa el 65 % de su compromiso hasta la fecha.

La baja extracción del producto terminado por parte de los clientes, ha sido el cuello de botella en los siete años de funcionamiento de la mayor fábrica de Fitomas de Cuba, aledaña al central Ciro Redondo. La empresa avileña de Suministros Agropecuarios no ha extraído ni un litro en lo que va del 2021, según informó la ingeniera Miroslava Lorenzo García. Foto: José Luis Martínez Alejo

Además de ese nutriente, con el que pudiera impulsarse la producción de alimentos para esa misma fuerza —como explicara anteriormente Danilo Fernández—, el bioestimulante destina­do para más de una veintena de cultivos, está también deprimido.

“Tener en la actualidad solo 45 mil 474 li­tros fabricados, contra 2 millones 415 mil 600, obedece a la baja extracción del producto ter­minado. Por ejemplo, la Empresa de Suminis­tros Agropecuarios no ha sacado este año ni una pipa a granel de este renglón que introdu­cimos como alternativa para suplir el déficit de bidones plásticos no fabricados con nues­tras máquinas por falta de resina”, destaca la ingeniera Miroslava Lorenzo García, jefa de la planta industrial.

Son estos algunos de los sinsabores en el epicentro agroazucarero de Ciego de Ávila. La Biopower SA (la bioeléctrica) tiene más de 122 millones 733 mil y el central Ciro Redondo 74 millones 702 mil pesos de pérdidas económicas, por citar solo los dos ejemplos de las entidades con endeudamiento.

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