Lo reconozco, soy malísima para las Matemáticas. Sé que mi profe Lolita dirá lo contrario, pero en honor a la verdad no es mi fuerte, prefiero las letras; de ahí que pueden imaginarse cómo anda mi cabecita con tantos problemas matemáticos y cuentas que casi siempre terminan con el mismo resultado: sin solución.
Sin embargo, me siento más aliviada cuando descubro no ser la única pinera a quien las cuentas no le dan, máxime en estos tiempos cuando el costo de la vida al parecer ha decidido montarse en el globo de Matías Pérez, quien se elevó tanto en su artefacto que nadie más supo de él.
Tanto es así que la carne de cerdo, cuando de otras provincias venían tras su compra por cotizarse a 18 pesos y luego a 65 según la última actualización de precios emanada del Consejo de la Administración Municipal (Cam), anda tan desaparecida de los puntos de venta que en el mercado negro asciende hoy a 150 pesos la libra; a ello responden los memes que circulan por las redes sociales virtuales.
Pero las viandas no se quedan a la zaga, al igual que otros productos y servicios, sobre todo en el sector no estatal, máxime en la rama gastronómica, donde una cerveza –no importa si fue adquirida en la Empresa Mayorista a partir de las facilidades que se le brinda a los del sector– se oferta hasta a 150 pesos, cuando lo permisible por el Cam es 80.
La situación es bien compleja y los pineros lo sentimos cada vez más en los bolsillos, muchos de los cuales se entusiasmaron a inicios de año con la llegada de la Tarea Ordenamiento –cuando subieron los salarios– y también se vaticinó cierta inflación; no obstante, la alegría duró bien poco y la realidad corrobora que se sobrepasó en demasía a los cálculos preliminares.
Para entonces, además, se había aprobado una tasa de cambio de 1 x 24 y, aunque se mantenga, lo cierto es que ante los prolongados desabastecimientos el dólar en el mercado negro oscila entre los 75 y 80 pesos, de ahí que resulte engorroso acomodar y ajustar precios, que en estos momentos no llevan implícita la tan anhelada calidad del producto o servicio.
Para ilustrar más el actual panorama les puedo informar que la circulación mercantil hasta el cierre de octubre se cumple solo al 79,7 por ciento, dejándose de recaudar más de 170 millones de pesos, incumplimiento con gran incidencia en la gastronomía y los servicios, mostrando ambos significativos déficit.
Tanto el territorio como el resto de Cuba cargan con los embates del recrudecimiento del bloqueo, que no es cuento de camino sino una cruenta e injusta realidad, además de los daños ocasionados por la pandemia; a ello se suma la ineficiencia de la empresa estatal, la cual está llamada a potenciarse como la mayor fuente de riqueza, bienestar y prosperidad de nuestra sociedad por ser el actor fundamental de la economía cubana.
A mi consideración, mientras la inflación se desinfla o el agua regresa a la tierra, el Gobierno junto a su cuerpo de inspectores deberán llevar la voz cantante y ello significa tener un papel mucho más activo y enérgico en el control de los precios.
Así es, se precisa de inspeccionar a los actores económicos, pues en esta ardua batalla entre la inflación y la especulación, todos quieren ganar y casi siempre no a partir de la obtención de más producciones, eficiencia real y calidad.
Confío en la paulatina reanimación de la economía a partir del mejoramiento de la situación epidemiológica y las medidas adoptadas para potenciarla. Espero que, a su vez, se les dificulte la travesía a quienes insisten en navegar en este río, por demás, bien revuelto, porque me cuesta creer que los precios sigan inflándose y elevándose como Matías Pérez en su artefacto. (Tomado de Periódico Victoria)