En el escenario y ante el rival más exigentes, el Real Madrid proclamó su superioridad en LaLiga con una victoria de prestigio. Con balón y sin él, el equipo blanco fue más que la Real, sometida muy a su pesar. Los de Imanol, un conjunto excelente táctica y técnicamente, ni siquiera pudo poner a prueba a Courtois, héroe en las últimas jornadas. Tal fue la autoridad del Madrid, que reaccionó a la baja de Benzema con la brillante aparición de Jovic, el talento de Vinicius y la exhibición defensiva de Militao.
No fue nada sencillo. De hecho, Ancelotti otorgó toda la trascendencia al partido del Reale Arena con su alineación, la que se presume de gala. No rotó, y después de un cuarto de hora bastante aseado, Benzema hincó la rodilla en el verde y el Madrid se metió en problemas. Molestias en los isquios, la rodilla, sobrecarga de minutos… Un poco todo.
La trascendencia de Karim en el juego madridista fue evidente, sin el punto de fuga para recibir y aguantar la pelota para la salida del bloque. Entró Jovic, en su línea de inicio. Salvo las carreras de Vinicius no hubo más salida para el Madrid.
La fortaleza de la Real en su estadio reside en el funcionamiento de su bloque. Imanol colocó cuatro centrocampistas para ganar en número a su rival y pidió a Sorloth que enganchara para liberar a Isak. Costó arrancar, pero en cuanto Januzaj encontró el sitio para iniciar las jugadas se instaló en campo enemigo. Emergió entonces Militao para taponar los remates de Isak y Sorloth con todo: la puntera, el muslo o la cabeza. Lo que fuera. La multiplicación del brasileño ahorró trabajo a Courtois en el primer tiempo.
No funcionó la transición del Madrid, en gran parte por la mala noche de Casemiro, que además hizo bastante por perderse el derbi durante el primer tiempo. A falta de una tarjeta, se expuso a la amonestación en dos entradas de riesgo, y por si fuera poco, se encaró con Gil Manzano, con lo que le gusta al extremeño que le protesten a un palmo del rostro. El colegiado se llevó la pañolada donostiarra por pitar el descanso con córner a favor de la Real, transcurrido ya el minuto de prolongación.
Nadie podía sospechar lo que estaba por ocurrir en el segundo acto. De Jovic, apenas hubo noticias desde que aterrizó en el Bernabéu, más allá de un taconazo en Villarreal y poco más. El serbio, que siempre parece desconectado, respondió al estímulo de Vinicius, que arrancó desde la derecha con potencia. El otro Luka controló en el aire, devolvió la pared con temple y el brasileño resolvió con el empeine interior, en el aire, para mandar la pelota a dormir junto al poste. Gran gol para afirmar al líder, espléndido desde el regreso al césped.
No contento con actuar como asistente, Jovic se reivindicó en el segundo tanto. Botó Kroos un córner desde la derecha, Casemiro cabeceó cruzado y en área chica el 16 se lanzó en plancha, como un depredador. Dos goles, el doble de tantos que hasta ayer había recibido la Real en su estadio. Un golpe de autoridad indiscutible del líder, que primero se mantuvo con la pelota y después, ante el lógico arreón realista, se defendió con orden, ya sin Casemiro, para evitar la sanción.
Lo intentó Imanol con los cambios, retirando primero a Sorloth y después remodelando la banda derecha al completo, con Januzaj desenfocado. No generó ocasiones ante la respuesta firme del bloque madridista, y la final europea del jueves también ayudó a que la Real levantara el pie. Perdonó el tercero Vinicius en una parada extraordinaria de Remiro con el pie, a lo Iker. Demasiado castigo para un equipo con personalidad que no dio con la fórmula para abatir a un líder sólido. El Madrid pasó por San Sebastián como un señor equipo.