El Museo Nacional de Bellas Artes acoge en su edificio de Arte Cubano la muestra antológica Animales peligrosos, del Premio Nacional de Artes Plásticas 2020 Rafael Zarza.
Se exhiben obras de diferentes técnicas y formatos, con una paleta variada, con disímiles temáticas e implicaciones metafóricas.
Pero la constante es la res: el toro, la vaca, el buey… Se sabe que en Cuba este animal se mueve en más de un ámbito de significación. Ha devenido icono popular. De eso se aprovecha Zarza.
Explora muchas de las líneas discursivas que se asocian o que incluso parten de este animal, y las combina en un entramado múltiple, que implica también numerosos contrastes.
Las reses de Rafael Zarza hace rato que forman parte del imaginario esencial de las artes visuales en Cuba.
Esa poética ha calado, se ha instaurado con fuerza en un panorama rico y diverso.
Dialoga con su contexto sin remilgos, explicita conflictos más o menos íntimos, más o menos universales.
Los cuernos siempre serán un gran símbolo: el espectro que revelan es amplísimo.
Son peligrosos los animales de Rafael Zarza no solo por la fiereza y el ímpetu del toro; también por la aparente desidia de algunas vacas.
En unos y en otras se condensan obsesiones, virtudes, defectos, problemas y realizaciones del ser humano.
Por eso se recrean desde episodios de la historia hasta las lidias de un erotismo descarnado, casi siempre con un humor cáustico.
La figuración decidida de Zarza, que va del expresionismo al pop sin grandes traumas, siempre con una marcada vocación gráfica, conecta muy bien con cierta sensibilidad popular.
Estas reses dicen mucho. Y muchos pueden entender lo que dicen.
