A sus 79 años, el abogado, historiador y escritor holguinero Ventura Carballido Pupo puede enorgullecerse de haber estado varias veces cerca de Fidel Castro Ruz y apreciar de primera mano la energía revolucionaria del Eterno Comandante.
La primera de esas oportunidades la tuvo apenas horas después del Triunfo de la Revolución. Fue el día de 3 de enero de 1959, cuando la Caravana de la Libertad se detuvo en el Instituto Tecnológico de Holguín, ubicado en las afueras de la ciudad. Semanas después, el 26 de febrero, pudo observarlo nuevamente frente al Museo La Periquera, donde el Comandante en Jefe dio su primer discurso al pueblo de Holguín.
Sobre ese segundo momento, Carballido detalla que recuerda “su andar, su mirada, pero más que todo su impactante personalidad”. También relata que “en aquella soleada mañana pudimos apreciar la visión clara y la sinceridad del líder rebelde, quien fundamentó la precaria situación que tenía Holguín con el sistema de salud, pues solo contaba con un débil Hospital Civil, que no sobrepasaba las 120 camas, y una casa de socorro.
Recuerda igualmente que el Comandante reparó en la falta de escuelas, de industrias, de instituciones culturales, de servicios públicos de transporte y de energía eléctrica y otros problemas que existían en el territorio.
El jurista, de una prolífica vida al servicio de la Revolución, también tiene fresco en la memoria el día de 1960 en que se inauguró la Ciudad Escolar Oscar Lucero Moya, antes cuartel militar, y él tuvo el alto honor de formar parte de la fila de seguridad, al final de la cual Fidel y el Che se detuvieron y le estrecharon la mano. “La impresión que sentí fue tremenda”, comenta.
Sin embargo, la vida le tenía reservado otros momentos emotivos junto al Líder, como los que vivió en 1965 durante un recorrido de cinco días por zonas de la Sierra Maestra, donde se graduaría la primera promoción de médicos formados por la Revolución.
De aquellas jornadas puntualiza que caminaron “por los que fueron campamentos o sitios del Ejército Rebelde, como Altos de Mompié, Palma Mocha, La Plata, Aguada de Joaquín, Pico Cuba y el Pico Turquino” y resalta cómo durante uno de los consejillos que hacían cada tarde noche el Comandante se situó a su lado y le tiró la mano en su hombro derecho.
Sobre ese instante asegura: “Yo dejé de respirar, me quedé rígido, era muy fuerte lo que estaba ocurriendo: uno de los más grandes momentos emocionales de mi vida”.