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Encuentros inolvidables: Se interesaba por todo

“Yo siempre he sido fidelista. Lo   admiraba y lo admiro mucho. En lo que pueda ayudar a la Revolución,  yo    estoy presente”, así se autodefine Ariel Carmenate Vázquez,  un hombre  de 63 años de edad, todavía  entregado al trabajo, porque sabe que es el escenario principal para honrar todos los días la memoria del invicto e inolvidable Comandante Jefe.

 

Como si estuviera en Kingston, Ariel vuelve a vestir el pulóver de aquella ocasión y se embelesa con la foto mencionada. Foto: Jorge Pérez Cruz

 

Es la respuesta que me da cuando le pregunto si el legado de Fidel tiene que ver en su trayectoria laboral de más de 46 años en la Empresa Eléctrica de Las Tunas con currículo distinguido cinco veces Vanguardia Nacional del Sindicato y otros tantos con la condición de Trabajador Destacado anual.

Se jubiló a los 55, porque las normas de seguridad y salud hacen esa excepción a quienes trabajan en cargos de linieros directos a la producción y volvió al sector, esta vez como instructor  para adiestrar a jóvenes linieros en el difícil y arriesgado oficio de lidiar  con líneas energizadas, al que dedicó más de 20 años en la brigada en caliente

Y le pido a hablar del emotivo encuentro con Fidel,  en el que participó  la noche del domingo 16 de marzo de 1997 en la residencia de la entonces embajadora de Cuba en Jamaica, a donde acudió Fidel tras participar en las honras fúnebres de Norman Michael Manley (Kingston, 10/12/1924- 6/3/1997), ex primer ministro de la Isla caribeña y gran amigo de Cuba.

“Sabíamos que Fidel estaba en Kingston,   pero no imaginábamos que se reuniría con nosotros -se refiere a los integrantes de las cinco brigadas de colaboradores cubanos del sector eléctrico que daban mantenimiento a líneas energizadas  en la capital jamaiquina y  de otro grupo de electromédicos que cumplían misión internacionalista en Jamaica”, recuerda.

Pero, “por la noche, relata, nos mandaron a buscar y nos llevaron a la residencia de la embajadora  de Cuba en Kingston. Él estaba en la escalera que conducía a la segunda planta y mientras subíamos nos iba saludando uno por uno. Nos echaba el brazo por encima de los hombros y nos preguntaba cómo nos sentíamos, cómo nos trataban, el trabajo que hacíamos, las condiciones de vida y de trabajo, sobre nuestras familias y cómo nos comunicábamos…”.

“A mí me preguntó que de dónde era y cuando le respondí de Las Tunas, me dijo ´entonces somos vecinos´, aludiendo a su Birán natal, en la provincia de Holguín.

“Fidel estaba cansado por el cúmulo de actividades a las que había asistido y a pesar de eso, el encuentro duró cerca de una hora y   nos dijo en tono jocoso: ´A mí me tiene loco el tránsito,  porque aquí es al revés (el conductor al lado derecho) y pienso que vamos a chocar´ y todos reímos de buenas ganas.

“Fidel estuvo todo el tiempo jaraneando, chisteando con nosotros. Aconsejándonos que nos cuidáramos mucho. Con esa forma característica de él nos habló de la importancia de nuestras misiones. Él siempre preocupado por la gente.

“Yo no sé ni cómo me sentía. No lo puedo describir. Fue algo impresionante. En el mundo había tanta gente que ansiaban estrechar sus manos, que se las pusiera en el hombro. Yo mismo estuve, aquí en Las Tunas, en actos con su presencia, pero tan cerca fue la primera vez. Y eso lo deseaba y no se me va a olvidar jamás”.

Y Ariel guarda como una reliquia el pulóver que vestía ese día, “porque  tiene el recuerdo imborrable de sus manos.   Creo que me lo he puesto dos veces   para asistir a actividades de la Empresa en fecha  muy especial y en  actividad de homenaje”, afirma.

También atesora otro recuerdo: “Una compañera de la embajada le pidió hacerse una foto con las mujeres  y él le contestó, ´está bien, pero no puede haber discriminación: una con ustedes y otra con los hombres´. Nos hicieron las fotos y nos  dijo ´yo les  prometo   que cuando lleguen a Cuba esta foto va  estar en su casa. Y así fue.  Ya la habían enviado en un sobre con una tarjeta postal del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín”.

 

La histórica foto del inolvidable encuentro. Foto: Cortesía de Ariel Carmenate Vázquez

 

¿Cómo interpreta ese gesto de Fidel, una personalidad con tantas responsabilidades, obligaciones y protocolos que cumplir en  visita de esa naturaleza a un país extranjero?

“Como un hecho extraordinario  que devela la personalidad del Líder Histórico de la Revolución Cubana. No son todos los presidentes que en casos como este se preocupan por sus compatriotas y buscan tiempo para intercambiar con ellos un rato. Fidel es irrepetible, es el único, como él no hay dos”, remarca emocionado.

 

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