Ser el primero en algo es tan difícil como ser famoso. Y esta mañana del 17 de noviembre se conjugaron ambas cosas en un entrenador al que mucho le debe el sóftbol cubano, Armando Aguiar Gil, quien donó su placa de exaltación al Salón de la Fama del Softbol Internacional a una entidad toda historia como el Salón del Deporte Cubano.
Junto a su familia, amigos y una de sus alumnas más talentosas, Luisa Medina, se realizó la entrega al director Erie Reyes, quien agradeció el gesto que significó la donación número 100 que realizan atletas cubanos a la institución, inaugurada en el 2018.
Con su natural y sencilla manera de querer a amigos y jugadores, Armandito recordó que la exaltación al recinto sagrado de la bola blanda en el mundo en el 2005 fue un reconocimiento a Cuba, a los equipos que entrenó y dirigió, y a su familia, la cual lo ha acompañado siempre en los buenos y malos momentos.
No hubo cámara de televisión ni palabras grandilocuentes. No hacía falta cuando se trata de un gesto salido de lo más noble de un pelotero devenido softbolista, del bien llamado padre del softbol femenino en Cuba, del entrenador respetado en Italia, España, Rusia, entre otros países.
Al firmar una pelota de béisbol como colofón del pequeño encuentro, el habanero por adopción desde los 3 años miró nuevamente a su familia y amigos. Ser famoso no le quita emocionarse. Ser famoso no es más grande que la vida construida y dedicada al deporte cubano.