Que si el 20, el 15, el 14, en fin, amagar y no dar. Que si las fuerzas de la dictadura no me dejan salir de mi casa, que si van a poner a los niños como bastión contra la manifestación, que si la Ola-Ota se fue al aeropuerto con ínfulas de viajar a Cuba, que ahora sí que la cosa va en serio… Lo de nunca acabar.
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Si no fuera por lo serio de sus pretensiones, y también, por qué no, por el respeto que tengo a los verdaderos payasos, podría tildar de payasada el accionar por estos días de Yunito, su Archipiélago, y el resto del combo que lo acompaña, todos encabezados, como era de esperar, por sus amos yanquis.
De todos modos, hoy bien temprano me fui a La Güinera, ese barrio humilde de Arroyo Naranjo, donde el pasado 12 de julio grupos delincuenciales, en el trayecto hacia la unidad policial del territorio, incitados a agredir a sus efectivos y destruir la instalación, cometieron actos vandálicos contra la infraestructura pública y privada, y agredieron a la población que salió a contrarrestarlos, y a las fuerzas del orden público que los interceptaron.
…Mucha tranquilidad. Eso es lo que se respiraba al amanecer de este lunes allí. Todos en su quehacer diario. Los bici taxis en sus recorridos habituales; los niños ya en sus aulas y los mercados, aunque menguados en sus ofertas, brindando lo que las carencias y las necedades enemigas nos permiten, en fin…La Güinera sigue siendo La Güinera, lugar de gente noble y no el lugar que llegó a las redes sociales, y a través de ellas al mundo, como epicentro de los disturbios del pasado 12 de julio.
Lamento mucho no haber podido hablar con Iliana, la negra santera que con sus collares y turbante yoruba acompañó al presidente cubano Miguel Díaz-Canel cuando este visitó el barrio días después del 12 de julio pasado. Pero del lobo un pelo, según reza el refrán. “Lléguese al Triángulo”, me dijo un transeúnte.
El Triángulo es lugar famoso en ese Consejo Popular capitalino.
“Antes aquí radicaba un centro del Sistema de Atención a las Familias (SAF). Arriba el llamado Sector de la Policía Nacional Revolucionaria, una carnicería y una oficina de jóvenes trabajadores sociales, ya todo en mal estado”, me dice Yusima Morejón Alonso, administradora del SAF.
“Ahora todo está cambiando. Pero no hemos detenido nuestro quehacer. A la par de las obras de construcción seguimos brindando servicio de alimentación a 80 personas del barrio”, refirió.
Integrantes de la Unidad Empresarial de Base 37, del Contingente Blas Roca, acometen hoy allí muy diversas faenas constructivas.
Jesús Rosabal Cisneros es el jefe del grupo. “Como Ud. puede ver trabajamos por convertir El Triángulo en un centro recreativo para la gente de La Güinera. Ya estamos bien avanzados. La idea era terminar precisamente hoy día 15, pero nos faltan bloques y algunos insumos. Para principios de diciembre entregamos esto al Consejo Popular La Güinera”, dijo.
Se acerca el mediodía de este 15 de noviembre. La calma prevalece en La Güinera, que al igual que las calles de La Habana y Cuba toda, muestra el renacer de la normalidad que anuncia el control sobre la pandemia de la Covid-19.
Quizás alguna otra celada de los “amiguitos de enfrente” se mueva tras bambalinas. Como ha sido desde 1959, los titiriteros no duermen, los títeres siguen despiertos.
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