La sentada de los pañuelos rojos ocupó a la juventud antimperialista este fin de semana con modos creativos de expresarse, soñar un país que vive y enarbolar un color que nos identifica como cubanas y cubanos.
«No estamos aquí por la privatización de la salud, ni de la educación, ni de la riqueza colectiva; no estamos aquí por la concentración de la propiedad de la tierra y de la vivienda; no estamos aquí por la discriminación, por el anexionismo; no estamos aquí por el elitismo, ni por la desigualdad, ni por la exclusión, ni por el conservadurismo, ni por la corrupción, ni por la burocracia, ni por la obsecuencia, ni por el autoritarismo. No estamos con el imperialismo. No estamos ni estaremos jamás en contra de los derechos plenos de las mujeres, ni en contra de las diversidades sexuales, raciales y religiosas. No estamos ni estaremos jamás contra un orden ecológico sostenible, ni contra el bienestar de los animales.
«En una Revolución del pueblo, estamos solo por el pueblo. Estamos por la vida, por la igualdad, por una cultura emancipadora, por la soberanía y por la humanidad, por la justicia; por la conquista de la utopía. Luchamos por la belleza, para que no envejezcan las palabras, para que no las vacíen de la épica. Queremos que ninguna consigna sea hueca y ningún principio vendido. No estamos sobre la Patria, estamos con ella», consta en el mensaje que circula en redes sociales, «sin nombres propios».
Los organizadores no han querido resaltar liderazgos, pues «Somos lo que eres, con tus mismas incertidumbres, tus mismas carencias y tus mismas ansias…».