Marchan en cuadro apretado, siempre hacia adelante, no hay retroceso, porque existe la voluntad colectiva de avanzar. En sus filas los hay de todas las edades, en un confluir de generaciones que se complementan. Todos tienen algo que decir, algo que aportar, una riqueza de experiencias y a la vez que ideas frescas conque enriquecer ese andar de todos.
No les amedrentan amenazas ni golpes bajos. Se han crecido ante las dificultades y aprendido a sortearlas con ingenio y creatividad. Muchos en el mundo admiran ese andar que se pone cada vez metas más ambiciosas, sin reparar en las limitaciones, y hasta se supera a sí misma cuando comparte decisión, saberes y optimismo con quienes lo necesitan.
Esa marcha desborda calles, poblados, inunda ciudades, no cree en fronteras, y no necesita convocatorias porque recibió la orden de salir adelante por un líder que nunca creyó en imposibles, y los convirtió en realidades siempre acompañado por los suyos.
Esa marcha comenzó hace más de seis décadas y continúa cada día, aportando realizaciones en una nación pequeña y acosada cuya resistencia pareciera un milagro a los ojos del mundo.
Pero es real y permanente, todos avanzan, no se detienen ante los obstáculos, y este 15 de noviembre recibirán un premio a sus esfuerzos: la posibilidad de recuperar el ritmo de los latidos de la nación, interrumpidos por un mal universal y por los que se empeñan en ponerle traspiés para inocularle el fracaso.
Pero los que marchan tienen en sus manos las mejores vacunas contra esas malsanas intenciones: la unidad, el patriotismo, el compromiso… Por eso es una marcha alegre, cuajada de pueblo, abrazada al legado del bien llamado Profeta de la Aurora, el que nos enseñó que el porvenir está en manos de los que luchan.