Cuba abrirá sus fronteras el próximo 15 de noviembre, gracias al control epidemiológico y sus propias y efectivas vacunas contra la COVID-19, y celebrará ese acontecimiento con una gran fiesta en agradecimiento a sus científicos, profesionales de la salud, y otros muchos hombres y mujeres de diversos sectores que han contribuido a ese triunfo.
Ni el arreciado bloqueo de Washington, ni las amenazas de acciones subversivas financiadas desde territorio de EEUU, podrán impedir que los habitantes de la mayor de las Antillas cumplan su gran anhelo de ver nuevamente las calles llenas de amigos y visitantes de todos los continentes.
Miles de viajeros llegarán a Cuba, en más de 400 vuelos semanales a partir de esa fecha, para disfrutar de sus hermosas playas, y conocer de su cultura y su historia.
La capital del decano archipiélago del Caribe festejará asimismo un nuevo aniversario de su fundación, y ya está engalanada para otra edición de la Bienal de La Habana, el mayor evento de las artes contemporáneas del país.
El 15N además abrirá oficialmente el curso escolar, aunque ya miles de niños y jóvenes asisten desde hace varios días a sus escuelas en diferentes regiones del territorio nacional.
La Cuba hospitalaria, solidaria y sonriente, volverá a la normalidad paulatinamente, y estará muy pendiente, con diversas medidas de prevención, de la pandemia que aún azota a numerosas naciones del mundo.
Sus armas contra la COVID-19 han sido los fármacos elaborados por sus expertos y afamados científicos, y una masiva vacunación con Soberana02, Abdala y Soberana Plus, llevada a cabo por los trabajadores de la salud, que incluirá en lo adelante una dosis de refuerzo para fortalecer aún más la inmunidad de su población.
Niños, jóvenes, adultos y ancianos han recibido las vacunas, en medio de carencias motivadas por el cerco económico, comercial y financiero que le impone el actual gobierno de Washington a los cubanos, y planes subversivos que pretenden opacar el inmenso esfuerzo realizado por la nación caribeña para derrocar la pandemia.
EEUU se ha empeñado a fondo en impedir que Cuba siga siendo un ejemplo internacional, como lo ha sido una vez más en estos tiempos, al enviar más médicos y sus prestigiosas Brigadas Henry Reeve, de Batas Blancas, a enfrentar la COVID-19 en los cinco continentes.
Sin embargo, Washington no ha conseguido su propósito ni lo logrará nunca porque son millones los agradecidos en el mundo que se solidarizan hoy con la mayor de las Antillas porque ven en ella el mismo faro encendido que alumbró la humanidad, cuando el 1 de enero de 1959 triunfó la Revolución liderada por Fidel Castro.
El actual presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, lo dejó bien claro hace pocos días al utilizar en su expresión un conocido dicho popular: “nadie nos aguará la fiesta”, y créanlo, así será de seguro.