Al conmemorase el quinto aniversario de la desaparición física del líder de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, recordamos episodios de su vida en la provincia de Santa Clara, donde estableció una entrañable amistad con sus pobladores.
El 29 de septiembre de 1996, el Comandante en Jefe Fidel Castro visitó el pedraplén Caibarién-Cayo Santa María, construido por el Contingente Campaña de Las Villas, que dirigió el Héroe del Trabajo de la República de Cuba Orlando Rodríguez Pérez, y abanderó al colectivo.
Era un día lluvioso. De esos de llovizna fina y pertinaz. Fidel estaba en el pedraplén y miraba el mar. Su mirada era visionaria. Había asombro en ella. Aunque observaba en silencio, trasmitía información. En realidad el pedraplén es un espectáculo que sorprende, energiza, envuelve. A lo lejos los flamencos, muy cerca las gaviotas, más acá los manglares, el agua transparente a los pies, los peces ligeros y victoriosos nadando cerca de la coraza, la brisa sin molestar, el vaivén de las olas, exacto sin salpicar agua y cuando salpica es impresionantemente agradable porque el agua siempre está llamándote para que la contemples.
Fidel disfrutó ese día el entorno, era visible en él la satisfacción. Tocaba el borde del puente del Canal de los Barcos, exacto, liso, y aparentemente suave, cuando todos sabemos que es una mole de acero.
Sin palabras reconocía la calidad y casi perfecta curva que se extiende por los 350 metros de concreto aéreo por debajo del cual transitan veleros, barcos, lanchas y donde se posan gaviotas.
Casi dos años antes, cuando Orlando cumplió la palabra empeñada con el Ministro de las FAR , General de Ejército Raúl Castro, de terminar antes del 26 de diciembre la primera etapa de la gigantesca obra; Raúl después de dejar empatada oficialmente la vía le dijo que habría tiempo para abanderarlos como contingente y que esa bandera sería entregada por el Comandante en Jefe.
Era el día anhelado.
Orlando siempre fue un hombre que supo esperar, pero reconocía que ansiaba la visita del mayor de los constructores. Las estancias de Fidel y Raúl en el contingente fueron días de gloria. Las recordaba como sus grandes celebraciones y para estos casos lo único que sabía hacer este hombre era proponerse nuevas metas, más complejas, más exigentes, sabiendo que en el trabajo estaba el sentido de ese colectivo.
“Con Raúl fue un día de plenitud, en ese momento se nos entregó la Réplica del Yate Granma, nos reconfortó sobremanera ese estímulo y nos impulsó a continuar siendo mejores, nos sirvió de empuje”.
“Tomamos aire para continuar la segunda etapa del pedraplén, que era dura también. Había que concluir dos puentes que estaban en fase de terminación y otros cinco ejecutándose; además de iniciar uno y levantar la vía, asfaltarla , crearle las óptimas condiciones, pero con la más absoluta calidad”, decía quien ya sabía cierta la posibilidad de engrandecer los sueños.
El 29 de septiembre de 1996 llega Fidel. “Ese fue un inmenso acontecimiento, le regalamos una de nuestras gorras porque lo consideramos uno de nuestro fundadores, fue el creador de la idea”.
“Fidel recorrió el pedraplén, nos llenó de elogios, con sus palabras comprendimos que habíamos alzado la mirada del mundo hacia el horizonte de Cuba, que habíamos realizado sus sueños ”.
Al atardecer se efectúa el acto en el campamento del contingente y reciben el estandarte de manos del jefe e inspirador “es mejor abanderar, no cuando comienza una obra, sino cuando ha sido realizada”, explicó el jefe de la Revolución y dijo además, “los hijos de los integrantes de este colectivo les agradecerán el esfuerzo por engrandecer la Patria, no habrá playa ni lugar más tranquilo que este”.
Así mismo calificó la obra de increíble y admirable y expresó que «millones de personas se asombrarán de lo que hicieron y de las condiciones difíciles en que la realizaron».
Orlando recordaba que aquel día al despedirse de Fidel solo pensó en “no volver la vista atrás, en no mirar el camino andado, porque el camino se hace al andar”, y aún le quedaban muchos sueños y caminos de Fidel por realizar.
(Tomado del libro «Puño de Piedra y Espuma» , de Lourdes Rey)