Una amiga periodista me preguntaba por estos días sobre mi visión acerca del comportamiento de la economía en lo que cada de año y el próximo 2022.
La próxima reapertura del país al turismo internacional, la gradual reanimación de la vida económica y social, el impulso que deben conseguir las transformaciones para los diversos actores económicos, hacen que el escenario deba necesariamente ser mejor que estos dos últimos difíciles años de enfrentamiento a la Covid-19.
La mejor respuesta al recrudecimiento del bloqueo por parte del gobierno de los Estados Unidos ha sido las varias decenas de medidas que se han tomado para incrementar la autonomía del sistema empresarial y garantizar un entorno más equitativo y amigable para las nuevas formas organizativas como las micro, pequeñas y medianas empresas, las cooperativas no agropecuarias y el ampliado trabajo por cuenta propia.
Le decía a mi colega que en particular resulta impresionante las potestades que adquieren las empresas estatales. Cuando uno conversa con empresarios, directivos y hasta con trabajadores simples, se percata de esa ruptura en materia de independencia económica, que ya abarca desde la fijación de los salarios, hasta la distribución de utilidades, y otras innumerables decisiones, comienza a ser parte de un espíritu más emprendedor y creativo.
Prácticamente todo ya es posible en el ámbito de las prerrogativas, incluyendo los vínculos de trabajo y negocios entre las distintas formas de propiedad.
Pero más rápido andan a veces las normas que las mentes.
En la propia Asamblea Nacional del Poder Popular, un joven diputado hacía mención la pasada semana a situaciones que todavía pueden estar frenando la gestión empresarial, en cuanto a las actitudes con c y aptitudes con p, de sus directivos, frente a esas prerrogativas.
Todavía hay quienes perciben temores y trabas, por ejemplo, para la vinculación de las empresas con el sector no estatal. Y a veces no se ve que las medidas aprobadas, la mayoría largamente demandadas, tengan un efecto práctico inmediato, lo cual fue reconocido incluso por el ministro de Economía y Planificación ante el Parlamento.
Para romper esa cierta inercia todavía presente, se ha llamado incluso a que los colectivos ejerzan presión sobre sus administraciones. La exhortación a que los trabajadores impulsen y reclamen a sus consejos de dirección la aplicación de las medidas aprobadas, constituye una forma práctica de hacer Revolución, tan importante como hacer frente a las maniobras subversivas de la contrarrevolución externa e interna.
Como han dicho las principales autoridades gubernamentales, la empresa estatal es el principal actor económico en el socialismo, pero no basta con ese reconocimiento en los documentos rectores del Partido, sino que hay que ganárselo con resultados concretos y palpables.
En un momento en que se abre la economía a los diversos actores, las empresas estatales no pueden quedarse atrás y tienen que liderar ese proceso. Ya están en uso ahora de prácticamente todas las atribuciones colectivas posibles. Sin límites a su capacidad de actuar, deben y pueden ser, entonces, mucho más socialistas