¿Quién dice que no se puede ser juez y parte? Adonis Lora Sánchez —quien comanda los destinos de la mediana empresa Confecciones Lora, de las primeras Mipymes constituidas en el país y en la provincia de Santiago de Cuba— ha sabido serlo.
Aun cuando es el dueño de ese negocio de producción-comercialización de confecciones, calzado y talabartería, encabezó la nómina de 25 afiliados y sus criterios son tan administrativos como sindicales y tiene plena conciencia de la importancia, incluso la necesidad de que sus contratados estén sindicalmente organizados.
“Cualquiera que esté en la posición que ahora estoy puede cometer un error, un exceso, adoptar una mala decisión que afecta a algún trabajador y entonces, ¿quién vela por sus intereses, quién media en el conflicto que ello pueda generar?
“Es preciso que el afectado tenga cómo defenderse, un acompañamiento en ese camino. La balanza no puede estar nunca de un solo lado, ni siquiera en los nuevos actores económicos que hacemos aparición”.
En tal interés Adonis encontró molde perfecto en Elena Reyes Pérez, tan buena costurera como líder natural, quien desde antes de existir la sección sindical ya tenía seguidores que respondían solícitos frente a cualquier convocatoria o pedido de ella, o entendían sus exigencias y llamados de atención ante algo mal hecho.
Por eso fue unánime su aprobación como secretaria general de la sección sindical, una organización que al decir de Adonis y Elena aspira a funcionar sin que sea aguijoneada desde fuera, por mero compromiso, formalismo, o peor aún, “para guardar las apariencias”.
“Aquí queremos un sindicato que sea transformador por esencia, comenta la joven dirigente, de donde salgan iniciativas en beneficio personal y colectivo, donde se puedan plantear los problemas y de conjunto se busquen soluciones ágiles a ellos”.
Pespuntear el presente, bordar el futuro
Adonis Lora Sánchez, hasta hace poco trabajador por cuenta propia (TCP) en el ámbito de las confecciones, calzado y talabartería, siempre soñó con lograr para su negocio una verdadera personalidad jurídica.
“Por más que desde las estructuras superiores se hablara del reconocimiento legal y la valía de los TCP, eso nunca funcionó bien del todo, si lo sabré yo”, dice. Muchos empresarios nos miraban con recelo, tenían hasta temor de hacer contratos con nosotros y luego les cayera una auditoría cuestionándoles tal decisión. Por eso, en cuanto supe de la autorización para crear las micro, pequeñas y medianas empresas, comencé los trámites, con tan buena suerte que fuimos de las pioneras”.
Confecciones Lora, con 25 trabajadores, 12 en el taller de la ciudad de Santiago de Cuba y 13 en el del municipio de Palma Soriano, todos sindicalizados, ha transitado sin ningún burocratismo o traba por cada uno de los pasos exigidos para la creación de las Mipymes.
“Ojalá se mantenga”, comenta Adonis confiado en que el interés personal, el que cada uno de los trabajadores ponga, junto al que le corresponde a las estructuras administrativas involucradas en hacer tangible el seguimiento de las Mipymes, favorezca la expansión y el triunfo de estos nuevos actores económicos.
Por ahora Confecciones Lora ajusta trajes a la medida, cose, pespuntea y borda su incursión en el mercado santiaguero, Zona Especial de Desarrollo Mariel, Moa y más allá con ofertas de uniformes, overoles, botas, camisas, pantalones, calzado de vestir, petos, polainas, monturas, fajas, guantes.
Soñando en grande, con los pies en la tierra, planean crear alianzas y encadenamientos con empresas estatales, consolidar las importaciones a través de Consuminport, contratar más fuerza de trabajo hasta llegar a 100 empleados (tal y como lo permite su condición de mediana empresa), abrir nuevos talleres, aumentar ganancias y salarios (que ahora oscilan entre los 4 mil y 12 mil pesos mensuales) capacitar más a la fuerza empleada, expandirse, alcanzar dimensiones de talla extra.