Con recurrentes exclamaciones de “¡Viva Cuba!”, los espectadores asistentes al teatro Principal de la ciudad mexicana de Guanajuato, Patrimonio de la Humanidad, ovacionaron las dos presentaciones de Argos Teatro en esa sala con la obra 10 Millones, escrita y dirigida por Carlos Celdrán, Premio Nacional de Teatro 2016, y que forma parte de la programación de Cuba al 49 Festival Internacional Cervantino que concluye este domingo.
Nació como diario personal hasta llegar a ser lo que es ahora, un material para la escena, un tejido de narraciones, diálogos, monólogos, donde se intenta lo más arriesgado en el teatro: partir de uno mismo para hablar a otros, a todos.
«Su escritura busca desesperadamente, a través de las distintas voces que articula, saber qué fuimos, de qué materiales estuvo hecha la mezcla que nos sostiene”.
A través de 10 Millones introduce al espectador en significativos momentos de la sociedad cubana, para devenir, tal ha dicho Celdrán, “relato sobre el olvido, sobre la memoria desperdiciada de lo que fuimos y que ya no entendemos. Los otros muchos que éramos y que luego enterramos para sobrevivir…”.
Con una narrativa precisa, diáfana y enjundiosa, el autor y director establece un extraordinario entretejido de diálogos en los que trascienden emociones y sentimientos muy personales, al introducirse —y los actores logran transpolar ese pensamiento creativo en la puesta en escena— en una época difícil de la vida insular, que trasciende a la contemporaneidad para instar a la reflexión sobre cuestiones que tienen que ver con asuntos inherentes a problemas existenciales, emociones, dichas y desventuras, muchos de los cuales perduran en nuestros días; de ahí la rápida identificación del público con los presupuestos estéticos de este proyecto que también integró la delegación artística cubana, al festival Artes de Cuba: De la Isla para el Mundo, realizado en el año 2018 en el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, en Washington, Estados Unidos.
En el éxito de la exposición de esta dramaturgia; Premio Villanueva de la Crítica y considerada por algunos especialistas, entre lo mejor escrito en la historia del teatro cubano de todos los tiempos; sobresale un elenco “de culto”, que imprime realismo y fuerza a cada uno de los personajes, amén de una encomiable dirección artística a cargo del propio Celdrán, quien asimismo, asumió el diseño escenográfico, caracterizado por la expresividad y síntesis de los recursos utilizados y de los que se valen los actores para apoyar sus parlamentos que son percibidos por el público como si se tratase de espontáneos gestos personales.
El papel del joven (Él) fue una vez más representado con sobresaliente histrionismo y elevado nivel profesional por Daniel Romero, acreedor del Premio al Mejor Actor Visitante de la Hispanic Organization of Latin Actors (HOLA) durante las dos funciones de la compañía con esta obra en el Repertorio Español de Nueva York; acompañado del magistral desempeño de Maridelmis Marín (Madre),
Caleb Casas (Padre), Premio Caricato de Actuación; y Waldo Franco (El autor); dinámicas entregas sobre las tablas del teatro Principal que la concurrencia premió con prolongados aplausos.
La pieza, que igualmente representó a Cuba, con total éxito, en el Festival Encuentro de Las Américas, en Los Ángeles, y en el Miami-Dade County Auditorium, en la Florida, según Celdrán nació como “una necesidad de escribir sobre mis padres, mi relación con ellos, mi infancia, las paradojas que viví, nuestra historia y nuestra familia en esos años de mi vida”, situándola en los complejos y difíciles contextos de finales de los años 60, y la siguiente década, del pasado siglo cuando el pueblo cubano se encontraba inmerso en la ardua contienda azucarera conocida como La Zafra de los Diez Millones.
Esta monumental dramaturgia del prestigioso teatrista cubano fue estrenada, con abrumadores éxitos de taquilla y de crítica, en el año 2016 en ocasión de las dos décadas de fundado el grupo Argos Teatro; el cual, luego de ganar con ella sonadas palmas durante el tiempo en que se mantuvo en cartelera en su sede capitalina (Ayestarán y 20 de Mayo, Cerro), dejó su impronta en el Festival de Teatro de Camagüey, donde asistió acreditada con los premios anuales Villanueva, de la Crítica —de los cuales la compañía ya ha recibido más de 20—, y Caricato de Actuación; trofeo que otorga la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y del que ese colectivo ha obtenido alrededor de diez en diferentes categorías.
“El Teatro principal fue el lugar ideal para que el propio Carlos Celdrán aborda su propia historia bajo el interesante y complicado ejercicio de tomar distancia sobre los afectos y los hechos que lo fueron marcando, lo que él vivió durante una parte del divorcio de sus padres y su tajante división, que más allá de la discordia personal se funda en posiciones encontradas sobre su pertenencia en la isla durante el movimiento revolucionario como una fuerza conjunta que provoca evidentes tensiones y resistencias que arrojan al joven hijo a una deriva de obligaciones y creencias”, expresa el colega Dylan René, en una reseña sobre el espectáculo publicada por el periódico El Sol de Irapuato bajo el título de Argos Teatro llena de asombro y reflexión al Teatro Principal en el Cervantino.
Argos Teatro fue fundado por Carlos Celdrán en 1996 y desde entonces esta compañía se ha caracterizado como un laboratorio permanente para actores en la búsqueda de un lenguaje común. “La mezcla de técnicas y metodologías, siempre con el actor en primer plano, ha permitido que nuestro teatro tenga un sello reconocible por el público y la crítica”, expresó el prolífico director.
Este prestigioso grupo ha llevado a escena, además, numerosas obras de autores clásicos y contemporáneos, tales como La Tríada o La Pequeña Orestíada, basado en La Orestíada, de Esquilo, y Las Moscas de Jean Paul Sartre; Baal y El Alma Buena de Se-Chuan, ambas de Bertolt Brecht; La Vida es Sueño, de Calderón de la Barca; La Señorita Julia, de August Strindberg; Roberto Zucco, de Bernard-Marie Koltès; Vida y Muerte de Pier Paolo Pasolini, de Michel Azama; Stockman, Un Enemigo del Pueblo, de Henrik Ibsen; Chamaco, de Abel González Melo; Fango, de María Irene Fornés; Abalon, One Nite in Bangkok, de Fritz Kater; Final de Partida, de Samuel Beckett; Reino Dividido, de Amado del Pino; Talco, de Abel González Melo; Aire Frío, de Virgilio Piñera; Fíchenla si pueden, versión de Carlos Celdrán, a partir de La Ramera Respetuosa, de Jean-Paul Sartre; El Tío Vania, de Antón Chéjov; y Mecánica y Protocolo, ambas de Abel González Melo.