La pandemia que mantiene en vilo al planeta sigue como noticia destacada en los principales espacios de la prensa internacional y coloca en un segundo lugar cambios que pueden ser significativos en el escenario geopolítico regional.
Azerbaiyán con su triunfo sobre Armenia cambió radicalmente el equilibrio de poder en la región y es un ejemplo. La influencia de Turquía, que le apoyó en esa guerra creció considerablemente, solo comparable con la que mantiene con la Federación Rusa.
Ya superada la confrontación armada, donde intervinieron actores de países vecinos, los politólogos auguran una nueva etapa, definitoria para la región.
Se apoyan en afirmaciones hechas por la agencia de prensa estatal turca, Anadolu, cuando afirmaba que las relaciones entre Ankara y Bakú pueden verse en “el marco de una nación-dos Estados”.
Aunque otros van más lejos, como el multimillonario azerí, que en entrevista periodística afirmó que “es hora de pasar del modelo de una nación, dos Estados, al de una nación, un Estado”.
Recuerdan algunos observadores que el proceso de acercamiento entre Turquía y Azerbaiyán aumentó en el 2017, lo que facilitó los acuerdos más recientes, que abarcan además, la cooperación militar, la política y comercial.
Volver a los orígenes
Para algunos la canción del azarbaiyano, Talib Talei, en la que afirma “hace un tiempo nos dividimos, ahora estamos unidos, una nación, dos Estados” refleja el sentimiento de una buena parte de su sociedad desde principios de los noventa del pasado siglo acerca de la unidad azarbaiyano-turca.
El primer presidente de Azarbaiyán, Abulfaz Elchibel se llamó con orgullo “soldado de Ataturk”, fundador de la nueva Turquía, y defendió que ambos países se unieran como una Confederación.
Suleiman Demirel, ex premier turco dijo por su parte que su país tenía como perspectiva única “determinar el futuro político de las repúblicas musulmanas de la CEI, por lo que se creó la Agencia de Cooperación y Desarrollo Turca (TIKA) para ampliar las relaciones con los países de habla turca de la antigua URSS.
Abdulkhalyuk Chey, director de esta agencia dijo que la Turquía moderna, heredera del Imperio Otomano, debería desarrollar esas relaciones incluso a costa de la confrontación con Rusia.
Tales afirmaciones fueron acompañadas con entusiasmo por la prensa turca llamando a los ciudadanos de las ex repúblicas soviéticas de la región con términos como turcos-uzbekos, turcos-kirguisos, turcos-tártaros o simplemente turcos-externos.
Los resultados de la guerra de Karabaj, con el apoyo de Ankara, sentaron las bases para un mayor desarrollo de la ruta de transporte desde Azerbaiyán a Turquía y luego a Europa y el inicio de la construcción de un ferrocarril desde la República Autónoma de Najichevñan a Azerbaiyán, que formará parte de la ruta de Ankara a Bakú y luego a Irán y Pakistán.
Paralelamente Estados Unidos, Gran Bretaña y otras naciones mostraron su interés por los territorios de las ex repúblicas soviéticas de la Transcaucasia.
Surge así el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, para transportar petróleo del Caspio a Europa construido por Turquía, Azerbaiyán, Georgia, Kazajstán y Uzbekistán. Este proyecto se concluyó con la mediación del Secretario de Energía de EEUU, aunque finalmente el operador del oleoducto y mayor accionista fue Petroleum, de Gran Bretaña. Solo son algunos ejemplos.
Cooperación, pero con independencia
Para algunos analistas Azerbaiyán pudiera convertirse en una especie de puente para Turquía en Asia Central, lo que le daría a Ankara otra herramienta de presión sobre Rusia y la base de recursos para una mayor expansión en el Medio Oriente.
Algunos especialistas creen que a pesar del aumento de la cooperación de Azerbaiyán con Turquía no está totalmente bajo la influencia turca, ya que además mantiene buenas relaciones con Rusia y normales con Irán, Europa y otras naciones.
Otros consideran que Ankara tiene como proyecto clave para influir en el espacio postsoviético y Azerbaiyán le serviría como enlace, lo que alienta a determinados políticos turcos a pensar en una Confederación con kazajos, kirguises, uzbekos, turcómanos y otras muchas nacionalidades islámicas.
Lo cierto es que los vínculos ente Azerbaiyán y Turquía se han fortalecido sobre todo por la ayuda turca, por lo que ambas naciones participarán en proyectos de desarrollo, aunque Bakú dejó claro que mantendrá su política de independencia.