René Caballero Alcolea no puede decir con certeza todo lo que sus innovaciones han aportado al Laboratorio Farmacéutico Reinaldo Gutiérrez, en La Habana. Lo que sí está convencido es que son muchos los problemas resueltos, para poder continuar las producciones.
No hay dudas de que la vida lo dotó de gran imaginación. Recuerda que desde pequeño arreglaba su bicicleta, así como las que poseían dos de sus primos. Y aunque en un principio pensó en optar por la ingeniería naval, inspirado en su padre, también llamado René, otros serían los caminos.
Cuenta que su niñez transcurrió entre Santiago de Cuba, provincia donde nació, y la capital, donde hoy reside. No obstante, afirma que extraña la casa de su abuela Nelia, y a los pobladores del territorio santiaguero, personas bondadosas y hospitalarias.
En La Habana, matrícula en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Arroyo Arenas y luego comenzaría estudios en el Instituto Técnico Militar José Martí. “En el primer año enfermé y fui dado como no apto. Luego de pasar el Servicio Militar Activo, opté por la Orden No. 18 y cogí la carrera de Ingeniería Automática, en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (CUJAE)».
Ahí estaría hasta tercer año. “Por problemas económicos la dejé, y empecé a trabajar en la dirección municipal de Planificación Física, en La Habana Vieja. Fue mi primera experiencia laboral, transcurría el año 2006. Estuve tres años; ahí me fui superando, investigué, tenía que conocer lo que hacía. Llegué a ser jefe de departamento”.
Posteriormente laboró en el Centro de Gestión Contable, en el propio territorio capitalino, hasta el 2010, en que ingresó en el laboratorio, perteneciente a la Empresa Laboratorios MedSol, de BioCubaFarma.
“Me inicié en la planta AEROFARMA, única en el país que produce los aerosoles”, afirma. “Me gustó la idea de estar ahí, estaba más vinculado con mi perfil; empecé como técnico y terminé como especialista principal. También impulsó mi motivación para incorporarme de nuevo a los estudios por curso de trabajadores, a fin de concluir la carrera. Ya estoy en quinto año”.
Asociación imprescindible
Puede decirse que fue en ese centro donde se despertó el afán innovador de René. “Llegué en el momento en que se había hecho en la planta una inversión con tecnología muy moderna. Eso conllevó a que me preparara para poder mantener lo que se convirtió en una joyita de la UEB.
“Han sido muchas las innovaciones realizadas, pero en realidad, empecé a abrirles un expediente a partir de 2016. La presidenta de la ANIR se me acercó y me dijo que por qué no me presentaba a los fórums a partir de lo que yo hacía”, alega.
Entre esas innovaciones, menciona la instalación de componentes para el foliado correcto de los estuches de medicamento. “Se introdujo una Máquina Foliadora por Emisión de Laser, pero surgieron dificultades que conllevaron a que el foliado fuera de forma incorrecta y teníamos que desechar muchos estuches».
“Debido a esto, decidimos hacer algunas innovaciones que permitieran corregir ese problema. La solución permitió que, de 193 estuches rechazados por cada lote, se disminuyeran a solo 27, y debido a otro tipo de causa”, señala.
Desde hace dos años, René Caballero se desempeña como jefe del Departamento de Mantenimiento. “Ahora me queda menos tiempo para la innovación, tengo que pensar en la pronta solución de los problemas que surgen en todo el laboratorio. Esta experiencia me permite ver la situación desde otra perspectiva».
“Me ha tocado un momento difícil, no solo por la pandemia, sino porque el impacto del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos es muy duro. Uno siempre escucha a nuestros jefes hablar del ahorro, pero cuando se está en un cargo de este nivel, sabe que tiene que hacer mucho con poco, y que, por sobre todas las cosas, hay que priorizar la producción de medicamentos».
“Ahora estoy aquí sentado, pero es por poco tiempo, hay que salir a buscar la solución a los problemas que hoy tenemos; cuatro de estos llevan innovación porque no existen piezas de repuesto».
Para este hombre, que en el 2019 estuvo entre los seleccionados para los premios a la Innovación de Mayor Impacto Económico y Social a nivel nacional, la ANIR es una asociación imprescindible para un país como el nuestro, que tiene tanta inteligencia en sus trabajadores. “Hay que seguir ganando jóvenes que pueden aportar”, asegura.
Ahora entre sus metas está concluir su carrera universitaria, y cada día volver al hogar donde encuentra el amor incondicional de su esposa Yamara Hernández, de la pequeña Renata, y de la próxima hija que ya viene en camino. En la familia tiene el complemento espiritual que lo alienta para nuevos éxitos.
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