El Athletic completó la fiesta de Williams con una victoria apurada (1-0) ante un Alavés que peleó el empate hasta el final y tuvo a San Mamés en vilo hasta el pitazo final. Los leones suman tres puntos que le hacen olvidar los malos tragos vividos en las últimas jornadas y vuelven a la senda del triunfo.
Hay entrenadores a los que no les gusta nada que haya festejos previos a los partidos. Son innumerables los casos en los que después de los homenajes luego el resultado no ha acompañado a la fiesta. Y eso debió pensar Marcelino cuando a los ocho minutos Pacheco detuvo un penalti a Raúl García. Un penalti por mano de Ximo Navarro tres minutos antes, pero que ya sabemos que con el VAR de por medio, los partidos duran una eternidad.
Y es que el duelo había empezado con San Mamés en estado de ebullición. Merecido homenaje a Iñaki Williams, presión del Athletic, dominio local, el Alavés viéndolas venir… el penalti parecía la guinda. Pero el meta del Alavés se encargó de chafar a los rojiblancos.
Los de Marcelino no se vinieron abajo y siguieron con su mismo plan. A los vitorianos les costaba un mundo pasar del medio campo y aunque las ocasiones escaseaban, los leones se las ingeniaron para que sendos cabezazos de Muniain y Vivian estuvieran cerca de abrir el marcador.
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, los de Calleja fueron dando un paso adelante. Miazga, central omnipresente en defensa y en ataque, dispuso de un par de ocasiones para conquistar San Mamés. Entre unos y otros, ninguno parecía capaz de abrir la lata y cuando el intermedio se acercaba, un buen centro de Lekue lo cabeceó Raúl García a la red. No es que necesite a estas alturas el navarro el perdón de la afición por un penalti fallado, pero si en poco más de media hora logras marcar, pues mucho mejor.