Icono del sitio Trabajadores

Se llama Imprescindible

No tiene en sus manos un estetoscopio o una jeringuilla. No ausculta, ni determina tratamientos. Sin su labor todo se complica, por lo que es de los imprescindibles, aunque nunca ─o casi nunca, para no ser absoluto─ se escriba de él o se le entregue un reconocimiento.

 

Foto: Tomada de Facebook

 

Llega callado, humildemente; no quiere molestar. Mira a todos. No pronuncia palabras. Lo acompañan sus imprescindibles instrumentos de trabajo. Está totalmente protegido: nasobuco, espejuelos plásticos, ropa sanitaria, botas de goma, guantes…

Labora sin quejarse. Termina en una sala y pasa a otra. Los enfermos y acompañantes lo miran; resulta inevitable. No todos lo saludan o le preguntan como está. La zona roja para él es ya como la sala de su casa. Horas y horas le lleva cumplir el deber que le corresponde en cada jornada.

La mayoría no sabe si se llama Juan, Pedro, Manuel o Ricardo, ni conocen si tiene problemas en su familia o a alguien allegado enfermo…, si se siente bien o no. Nadie pregunta cómo resiste el calor que provoca la ropa sanitaria y el nasobuco y los espejuelos y las botas de goma y el accionar constante con los instrumentos.

Cuando termina, por donde mismo llegó se marcha. Solo mira hacia atrás para apreciar, con cierto orgullo, el resultado de su trabajo.

Él sabe que es bueno en lo que le corresponde realizar. Y se imagina estar un día en un acto, con la guayabera que el hijo le regaló el Día de los Padres; todo elegante, para recibir una medalla, una distinción o simplemente un diploma y poder enseñárselo a sus hijos y a los nietos. Se sentirían muy orgullosos de él. Pero esa esperanza se desvanece en su mente y se aleja como un sueño al despertar.

Que sirvan entonces estas líneas escritas de prisa para él ─o la ─ auxiliar de limpieza que labora en hospitales y centros de aislamiento como una oda muy bien ganada, porque él ─o ella─ es tan imprescindible como el médico o el enfermero.

Compartir...
Salir de la versión móvil