De niño Renny Small Laza iba al plan vacacional del trabajo de su papá, René, quien laboró hasta su jubilación en SolMed, una de las unidades empresariales de base de la Empresa Laboratorios MedSol, perteneciente al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, donde se producen varios de los más importantes medicamentos sólidos del país.
Ahora este joven acaba de ser promovido en ese mismo colectivo de BioCubaFarma a jefe de departamento de Gestión de la Calidad, donde también se destaca su labor como integrante de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir), en una historia de superación personal que empezó allí a sus 18 años como técnico de nivel medio en Química Industrial, y ya hoy es licenciado en Ciencias Farmacéuticas, y está a punto de culminar su maestría en Tecnología y Control de Medicamentos.
Uno de sus aportes más significativos junto con otro experimentado innovador fue la reparación, hace cinco años, de un costoso equipo de tecnología alemana conocido como HPLC, siglas en inglés para la técnica de cromatografía líquida de alta resolución.
Este equipamiento —cuyo precio puede rondar los 70 mil dólares, según refirió el ingeniero Omar González Hernández, director de SolMed—, resulta indispensable para el análisis de la composición de las tabletas de medicamentos que esa planta fabrica.
Pero ese no es el único resultado notable de la Anir en ese centro, que con unos 640 trabajadores tiene 45 asociados en esa organización. Yenisé Elledías García, especialista A en ensayo físico, químico y mecánico, presentó recientemente ante el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed) el expediente para validar la sustitución de ese mismo HPLC, que trabaja hasta con cinco reactivos importados de alto costo y agresivos para el medio ambiente, por otro procedimiento con un espectrofotómetro, dispositivo que logra similar resultado en la medición de los parámetros de las medicinas, pero solo consume agua tratada o ácido clorhídrico muy diluido.
“El trabajo innovador se destaca en nuestra empresa”, aseguró al respecto Miroslava González Reyes, la experimentada secretaria general del buró sindical en SolMed.
Como apuntó además el director de la UEB, en este momento sus laboratorios producen cuatro de los 12 medicamentos de alta demanda priorizados por el país en la industria farmacéutica, en particular los que utilizan los pacientes con tratamiento para la presión arterial, y también incorporó en fecha reciente la elaboración de la dexametasona de cuatro milígramos, uno de los fármacos que incluye el protocolo médico para tratar la COVID-19.
No obstante, la propia Miroslava reconoció que estos dos últimos años han sido difíciles para el trabajo de la Anir en SolMed, lo cual es una consecuencia de las limitaciones impuestas por la pandemia para la labor sindical y de las organizaciones en la base.
Con el ejecutivo del buró de la Anir en proceso de renovación, sin la posibilidad de hacer los encuentros y foros periódicos como en otras etapas, se resiente igualmente el proceso de confección de ponencias y expedientes para la aprobación de las inventivas y la estimulación material de los creadores, según establece la Ley 38 de las innovaciones y racionalizaciones.
“Con frecuencia hay que compulsar a los trabajadores para que participen y documenten sus aportes. No todo lo que hacemos en materia de innovación lo escribimos como un trabajo de la Anir”, afirmó la secretaria general del Sindicato.
El propio Renny explicó que “muchas veces se realizan innovaciones al calor del trabajo cotidiano, y pocas veces se escriben”, aunque agradeció la persistencia de los dirigentes de la Anir para alentarlos en ese paso tan necesario.
“Todavía no hemos cuantificado todo el ahorro que representa esta innovación y, por tanto, tampoco se ha terminado la evaluación económica y el correspondiente pago”, confirmó Elledías García, para quien lo más importante es que su método de análisis en sustitución del HPLC evita el gasto de unos seis litros de metanol, con un costo superior a los cuatro dólares por litro, por cada lote de medicamentos que ella analiza en su laboratorio.
Vivir del invento en Santiago de Cuba
En los predios de la Empresa de Equipos Médicos (Retomed), en Santiago de Cuba el ingenio prolifera como planta en tierra abonada. La creatividad germina en sus espacios productivos y de oficinas de la mano de los 180 miembros de la Anir, de ellos 78 mujeres, con el acompañamiento de los directivos administrativos y sindicales, varios aniristas también.
El colectivo, Vanguardia Nacional por varios años, responde con prontitud a la demanda del sistema de salud y produce y repara medios para hacer frente al impacto de la COVID-19 en el orden del creciente número de ingresos. Camas, sillas, camillas, otro tipo de mobiliario clínico, adaptaciones a taxis ruteros para servicio de ambulancia y de ómnibus Diana para traslado de pacientes… solo fue conocer de las necesidades, gestionar los recursos, poner manos a la obra y mucho de corazón.
Pero si hubiera que distinguir un nombre, alzar un brazo para reconocer a todo un equipo que pelea contra molinos, ahí entonces hay que decir: Carlos Rodolfo Danger Álvarez.
Este hombre, que ya supera la edad de jubilación pero que ni se le notan los años, menos el agotamiento, es el protagonista de una innovación clave en las soluciones que ha dado la fábrica a los pedidos del sistema sanitario de la provincia. Gracias a él pudo recuperarse la plegadora marca Mabusa, de fabricación española, cuya regulación y freno de posición, ya inservibles, la mantenían en desuso.
Dicha máquina es imprescindible en el plegado o doblado de metales, con los que se fabrican las camas y otros medios para hospitales y centros de aislamiento. Los pequeños ojos azules de Carlos Rodolfo se humedecen al hablar con orgullo del significado humano que lleva implícita su innovación.
Eso lo reconforta más que saberse el único santiaguero que en este año 2021 se alza con el Premio al Innovador de Mayor Impacto Económico y Social, valorado en el orden de los 120 mil pesos.
“Saber que lo que uno hace contribuye de alguna forma a aliviar las tensiones que estamos viviendo me hace feliz”.
Yohan Romero, un hombre con la mente inquieta
Nadie duda de la inteligencia y fértil creatividad de Yohan Romero Pérez, hombre de 44 años, que ha transformado la industria local de materiales de la construcción adscrita a la Unidad Administrativa de las Producciones Varias (Emprova), de Yaguajay, Sancti Spíritus, en una fábrica de elementos para la edificación de viviendas y en un taller de innovación.
“Cuando nos insertamos en el programa de materiales de la construcción no teníamos nada. Lo primero que concebí fue una eficiente máquina de hacer bloques. Después hice una mezcladora de áridos. Perfeccioné una máquina estacionaria de bloques y la volví una ponedora, a partir de ella surgió una carretilla para trasladarlos hasta la tonga. Modificamos el molino de piedra para moler el hormigón, luego transformé un tractor en un cargador frontal para echar el material al molino…”.
Describió cada una de sus innovaciones —que son muchas más— por las que mereció este 2021 el Premio al Innovador de Mayor Impacto Económico y Social que concede la Anir. El importante reconocimiento incluye los paneles Romero, sistema constructivo que se ha convertido en la gran inventiva de Yohan, actualmente en proceso de patente internacional.