La tercera presentación del equipo cubano en la Copa Mundial de Béisbol Sub-23 fue difícil y paradójicamente feliz. Antes del desafío contra Alemania, tres jugadores más abandonaron nuestra selección y la dinámica se resintió sobremanera. Cambios en la alineación, tensión para manejar el pitcheo y apenas 18 jugadores para lo que resta del torneo.
La historia en Obregón para Cuba transita entre victorias (2-1 frente a Taipei de China el sábado y 10-3 sobre los germanos este domingo) y un escenario muy complicado en cuanto a las ofertas y posibilidades monetarias que reciben nuestros peloteros, los únicos impulsados a traicionar la causa colectiva de un equipo nacional para aspirar a jugar en la Major League Baseball (MLB).
Tener que enfrentar un torneo con la presión adicional de no saber quién será el próximo en quitarse el uniforme de las cuatro letras no la tiene ninguna de las 11 formaciones de esta justa. Y otra vez el rollo de la película comienza por lo político y no por lo deportivo, aunque muchos se confundan y quieran ver la paja ajena en Cuba.
¿Por qué borró de un plumazo la administración de Donald Trump el acuerdo entre la Federación Cubana de Béisbol y la MLB, firmado en diciembre del 2018, que permitía la contratación de jugadores nuestros por cualquiera de los 30 equipos de las Grandes Ligas sin incurrir en actividades ilícitas, ser víctimas del tráfico de personas, abandonar un equipo nacional en el exterior, ni romper nexos con el lugar que los vio nacer?
¿No es desangrante, agotador, avasallador y hasta burlesco formar peloteros para una maquinaria que se beneficia del talento sin tan siquiera abonar nada por el derecho de formación? ¿Es Cuba hoy la cerrada cuando desde hace más de ocho años aprobó los contratos profesionales y ha firmado expedientes con ligas de Japón, México, Canadá, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Italia, entre otros?
Nos quedamos entonces con 18 de los 24 inscritos, quienes hasta este momento han decidido seguir en el campeonato y tendrán en lo adelante que dar, en lo ético y la disciplina, un jonrón más largo que el conectado por Yuddiel González contra los taipeianos para dar la primera sonrisa, tras el revés inicial con México (0-5).
El conjunto solo cuenta ahora con un jugador de cambio para la defensa, dos receptores se las tienen que ingeniar para no lesionarse y ocho lanzadores es todo el arsenal para presumiblemente seis encuentros más, de llegar a discutir medallas como se propusieron al salir del Latinoamericano.
Mencionamos los nombres de quienes se bajaron de este tren porque es periodístico: Luis Danys Morales, Uber Luis Mejías, Loidel Rodríguez, Diasmany Palacio, Reinaldo Lazaga y Dariel Fernández. Contra ninguna de sus aspiraciones personales, deportivas y económicas nos oponemos, pero el método de hacerlas realidad no es aplaudible. Y menos en pleno certamen.
Las moralejas del partido dominical frente a Alemania siguen estando en las deudas ofensivas que todavía deja la alineación. Subir a Loidel Chapelli, Geisel Cepeda, Guillermo García y Yuddiel González rindió frutos, pero seis hits son muy pocos ante un débil pitcheo con 11 boletos y al que vinimos a darles el primer incogible en el tercero.
Los cuatro errores a la defensa son demasiados para un rival que no se acerca a la calidad que veremos en lo adelante, sobre todo con Dominicana el martes, en el cierre de la ronda preliminar. Este lunes será imperioso dominar a República Checa, capaz de ganarle sorpresivamente a México en la primera fecha, pero inferior en cuanto a los fundamentos del béisbol.
En el grupo B, Venezuela domina con 3-0 y tiene buena parte del camino ganado para el objetivo de avanzar a la Súper Ronda, fase en la cual estarán los tres primeros de cada apartado y arrastrarán los resultados entre los clasificados.