La fatiga existe; la he sentido varias veces, pero hay que imponerse. Hay un derrumbe del cuerpo y del alma, sobre todo, cuando varias personas queridas, amigos o colegas parten el mismo día, o en días cercanos. Hoy me siento fatal, han sido cuatro en línea: amigos de la adolescencia, colegas de muchos años, compañeros devenidos amigos gracias a las relaciones laborales.
El alma se estruja y hay que hacer un esfuerzo intenso para alisarla, es como empujar un carro loma arriba sin motor de arranque, en que a veces hacen falta que se junten otros brazos, otras fuerzas para echarlo a andar.
Lo que no podemos es detenernos, ni dejar enfriar el motor (corazón), tenemos que buscar asideros. Conectarnos, comunicarnos por cualquier vía, cuidándonos por su puesto, es un buen consejo del doctor Jorge Grau, durante la conferencia de este jueves.
El doctor Gerardo Col Sánchez, del Centro de Promoción de Salud, hizo una disertación sobre la fatiga pandémica, la cual muchos creen es una enfermedad; sin embargo, es un estado sicológico de agotamiento y fatiga y falta de motivación y ocurre al alargarse la transmisión de la Covid-19, con sus consabidas restricciones.
Tenemos que prepararnos para mitigar sus efectos, dijo el especialista, y que no hagan daño. No podemos dejar que se reduzcan las defensas del organismo, ni perder la autoestima para que no entre el virus, declaró.
Cada persona debe advertir los síntomas, la pérdida de las emociones cotidianas y acudir al médico en caso necesario.
Para mitigarlo: hay que tener la valentía de enfrentarlo y no perder la esperanza porque siempre hay cómo hacerlo, dijo.
El doctor Durán informó que se han aplicado más de 17 millones de dosis de los candidatos vacunales y vacunas, y que el 36 por ciento de la población cubana tiene las tres dosis, muchos con más de 14 días desde la última.
Estas son las cifras alentadoras, la esperanza para que, junto a la protección, logremos reducir el impacto de la devastadora Covid-19.
Hay que estudiar las medidas aplicadas en Matanzas, Las Habana, Cienfuegos y Ciego de Ávila, que han tenido las peores cifras de transmisión y van alcanzando un control, lo cual deben estabilizar para influir en las estadísticas nacionales, pero habrá que luchar desde la individualidad, desde el barrio para rematar a este enemigo común y entrometido que nos ha puesto la vida patas arriba.