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Juana sin miedo

Ella es la directora, pero también la que ausculta, la que permanece atenta a los resultados de los PCR, la que vigila cada síntoma de los positivos, pone la mano en el hombro para aplacar el temor de los enfermos, entrena desde su condición de profe a los más bisoños.

Como la doctora Juana, junto a sus compañeros del centro de aislamiento Antonio Maceo, de la Universidad de Oriente, hay miles de profesionales cubanos de la salud que desde hace más de un año, día por día, ponen talento y corazón a favor de la vida. Foto: Cortesía de la doctora Juana Danger Agüero

Ella es la que sonríe y despide con un cuídese mucho al que se va de alta, aquella a quien el esposo le asegura la retaguardia para que no tenga preocupaciones cuando es preciso permanecer uno, dos, o más días consecutivos en el centro de aislamiento de la sede Antonio Maceo, de la Uni­versidad de Oriente.

Ella es Juana Danger Agüero y desde abril del 2020 per­manece en zona roja desafiando a la muerte, apostando por la vida con protección física al por mayor, además de una coraza propia, tejida a mano, con corazón y talento como materiales especiales para salvaguardarla.

Ella es una entre miles que en Cuba batallan contra el SARS-CoV-2; y como ser humano que es se agota, se sien­te extenuada, se entristece a ratos, mas no se rinde ante la inédita situación que ha trastocado al mundo.

“Nuestro centro tiene la característica de atender a pa­cientes sospechosos y positivos, con todos cumplimos rigu­rosamente los protocolos establecidos: el pase de visita; la evolución cada ocho horas, o menos si se requiere; la toma de signos vitales, la observación constante, el tratamiento oportuno y una dosis extra de apoyo emocional que tanto necesitan.

“El equipo de trabajo es muy consagrado, muy profe­sional; no hablo solo de los médicos y enfermeros; igual­mente de los técnicos, los administrativos, los informáti­cos, el personal de servicio, incluido los compañeros de la cocina-comedor de la Universidad de Oriente, y otros que nos ayudan”.

Con 30 años de experiencia como especialista en Me­dicina General Integral y tres misiones internacionalis­tas en países de África, América y del Caribe, la doctora Juana Danger Agüero está acostumbrada a lidiar con las complejidades de enfermedades y enfermos, pero con el SARS-CoV-2 le ha tocado no solo la atención clínica, sino el estudio incesante, la actualización oportuna en materia de tratamiento y evolución de un virus que no se ha cansado de mutar en reto permanente a la ciencia.

Por esas razones, no es raro que noches o madrugadas ande ella, celular en mano, leyendo la última información sobre la COVID-19, o chequeando la disponibilidad de re­cursos y su control, quizás organizando la rotación del per­sonal que entra o sale de zona roja.

“Tenemos una gran responsabilidad y la asumimos a conciencia, incluso con satisfacción, con alto sentido de hu­manismo porque se trata de salvar la vida de las personas, refrendar con nuestro desempeño el altísimo reconocimien­to que tiene la medicina cubana dentro y fuera del país.

“En mi caso, como en el de otros muchos, llevo más de un año de trabajo duro, de tensiones, de desafíos que supero tanto desde lo profesional como de lo personal.

“Aunque es innegable que ya asoma el agotamiento fí­sico y el impacto psicológico, sigo aquí, y seguiré hasta que esto sea historia para contar”.

Mientras sueña con el día en que le toque despedir al último paciente la doctora Juana, la corajuda, sigue en su entrega cotidiana, haciendo lo que mejor sabe: el bien a los demás desde la medicina cubana.

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