Su fisonomía no es la típica del enfermero: fornido, fuerte; enérgico y hasta con aparente rudeza. En cambio su sensibilidad sobrepasa los límites de lo inimaginable y la destreza con que trata a un paciente sorprende al más avezado en esos trajines.
Lázaro Ponce Iglesias es un hombre conocido en Villa Clara y lo es por corazón, por el énfasis característico de sus palabras, y los argumentos que utiliza para explicar situaciones como dirigente sindical desde hace casi tres décadas, lo avalan haber sido secretario general del sindicato de la Salud durante varios años, y actualmente miembro del Secretariado Provincial de la CTC.
Lazarito, como se le dice entre los sindicalistas por aquello de haber empezado desde muy joven en estas labores, está en zona roja; lo hace con la entereza de la profesión que eligió: Licenciado en Enfermería, especialista en cuidados intensivos.
Es casi imposible reconocérsele. Su rostro se ha cuajado tras un enmascaramiento necesario como protección ante el letal y contagioso virus. Careta, nasobucos, botas, guantes, batas y sobrebatas… establecen una frontera que limita todo, excepto la amabilidad, el buen trato y la profesionalidad, según cuentan los propios pacientes que ha salvado como parte del equipo del personal de la salud que atiende a casos positivos en el hospital de campaña habilitado en la Escuela Provincial del Partido con capacidad para más de 90 enfermos.
«Es una necesidad en estos momentos ocupar esta posición. Es muy duro después de muchos años sin estar en el servicio, aunque siempre me he vinculado. Hay tensión, parece que se agotan las fuerzas, pero sacas de ese arsenal de voluntad que tiene el enfermero cubano. Por momentos duele ver a personas graves y a la vez reconforta haber ayudado a su mejoría; entonces respiras aliviado, en ese momento a mi me vuelve el alma al cuerpo», aseguró quien tiene experiencia probada, no únicamente como dirigente sindical, sino en esta profesión que lucha con la pena y el dolor otros.
Es un enfermero más en este hospital de campaña, su experiencia en la atención de pacientes hospitalizados, así como fundador del servicio de emergencia médica en el país cuando el territorio villaclareño se eligió como piloto para la implementación del mismo en la nación, le han servido para enfrentar esta nueva experiencia profesional. En su rostro enmascarado es perceptible que recuerda su misión internacionalista en Nicaragua y la asesoría a México en diversos temas del sistema de salud.
«Toda esa experiencia ayuda, lo que bien se aprende no se olvida y yo llevo mi profesión conmigo a todas partes, pero la realidad actual es tan compleja que solo puedes concentrarte y hacerlo todo con excelencia. En la zona roja hay que estar atentos, ser cuidadosos, saber protegerse y mucha colaboración con el resto del personal para no cometer errores que cuestan muy caro», precisó, y aunque en su voz no hay miedo, sí es perceptible el respeto a lo que no debe suceder.
Lazarito asegura que tiene confianza en que volverá la vida con nueva normalidad, que otra vez las asambleas de afiliados tendrán protagonismo en la vida de los colectivos laborales… «Siempre llevaré conmigo mis dos posiciones: enfermero y dirigente sindical, ahora el salvador de vidas humanas me llama desde dentro en mí; aquí estoy en zona roja dejando lo mejor que puedo, es mi deber», expresó convencido.