Tradicionalmente, y en sembrados reducidos, prospera el café en el llano; en los patios, en las arboledas de las fincas, sin tecnología ni conocimientos técnicos, solo con el interés de los guajiros por cultivar los cafetos y obtener los granos para su consumo.
No extraña aprovechar esa experiencia para extender y tecnificar pequeñas áreas, que aportarán a las limitadas cosechas de las montañas, en especial para el consumo nacional, y queda más holgada la balanza para las cantidades de calidad extra que el país exporta.
No se trabaja alocadamente; desde el año 2014 se identifican suelos con condiciones para el cultivo; y los productores han realizado cursos de capacitación y un instructivo técnico que sirve a los nuevos cafetaleros. Poco a poco se irán haciendo plantaciones hasta llegar a 7 mil 163 hectáreas (ha) —mil 800 sembradas ya—, donde se pretende recolectar más de 4 mil toneladas del grano.
Elexis Legrá Calderín, director de Café, Cacao y Coco, del Grupo Agroforestal, explicó también la constitución de nueve polos productivos especializados con las tierras a sembrar, en los que se destacan Matanzas, Villa Clara y Mayabeque. Las plantaciones serán intercaladas con frutales, y donde no se pueda siembran plátano para aprovecharlo como sombra y alimento.
¿Café en Camagüey?
Allá en el bosquecito, cerca de sus tierras, Fernando y Dignora se aventuraron a sembrar café. Luego de 13 años con la ganadería y los cultivos varios, la misión parecía una locura, pero a Fernando Rodríguez, de la finca El Taburete, el trabajo no le da miedo.
Junto a sus hijos Andrés y Fernando limpiaron el área de guásimas y malas hierbas, “fue duro”, aseveró Fernando; y de paso cultivaron plátanos en los claros del bosque, pues la sombra, el suelo y el clima son esenciales para fomentar los cafetos.
Según Vladimir Gaitán Suazo, jefe del Programa de Frutales de la Delegación Provincial de la Agricultura, desde el 2017 el territorio agramontino se insertó en este proyecto. “El plan de entrega es de siete toneladas, hasta la fecha tenemos dos y media, queda mucho por hacer, pues son varias las limitantes que afrontamos”.
La provincia tiene sembradas 135 ha en varios municipios, se destacan Minas, Jimaguayú, Sibanicú y Florida; como en Camagüey no hay industrias para el procesamiento del grano, hay que llevarlo a Santiago de Cuba, de donde se traen las posturas para garantizar calidad en las plantaciones, un problema que se proponen revertir.
“El movimiento es incipiente; trabajamos en la capacitación”, una tarea que corresponde a expertos del Departamento de Investigaciones de la Estación Experimental Agroforestal Camagüey.
El máster Isael Pérez Cabrera, jefe de esa oficina, aseguró que han recorrido los campos buscando a quienes tienen pequeñas áreas cultivadas, y a los interesados para brindarles asistencia técnica.
“La siembra tiene requisitos, como el diámetro del hoyo, cantidad de materia orgánica y tierra vegetal que se emplea, poda sanitaria, y el tipo de suelo y de sombra, nada puede ser improvisado”, explicó, por eso hay planes para montar secaderos y despulpadoras. Además, “nos hemos vinculado con la universidad para potenciar los análisis; si queremos hacerlo bien, hay que ponerle tecnología y buen manejo. Camagüey tiene condiciones para desarrollar el café”.
Fernando, el guajiro de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Camilo Cienfuegos, corroboró los criterios anteriores y afirmó que “la inversión inicial fue costosa, al traer las posturas de oriente y alquilar un equipo para abrir los hoyos, que salen a poco más de 10 pesos cada uno (una hectárea lleva mil 791), sé que esto me dará mucho”.
¿Dejar de colar las borras?
Aunque haya que esperar algunos años para dejar de colar las borras, el programa Café en el llano goza de matices halagüeños entre los espirituanos. Sin abandonar la producción tabacalera y los cultivos varios, Yoandy Rodríguez Porras, reconocido agricultor de Cabaiguán, fue de los pioneros en plantar su cafetal. Acostumbrados a ver el café en las lomas del Escambray, asombra la copiosa plantación a escasos kilómetros de la Autopista Nacional.
Lo que comenzó como un compromiso fue en apenas dos años una inversión satisfactoria. “No está de más poseer un cafetal. Tengo un alto consumo de café en la finca y el resultado económico es bueno: saco el mío y aporto a la economía nacional.
“Desde el primer año obtuve buena cantidad de granos en unas maticas que no llegaban ni a mi cintura. Ya tienen una gran parición (alrededor de 2 mil plantas en media ha), muy bien sembradas”, manifestó con beneplácito Yoandy, porque además logró la sombra permanente, requerimiento obligado para extenderlo en el llano.
Con tal criterio concuerda Elieser Pérez López, también asociado a la CCS Nieves Morejón, de los primeros en sumarse al programa con media ha y unas mil 800 plantas. “El café es una planta noble, lo principal es la limpieza del área y la sombra. Creamos las condiciones para la plantación, la hemos atendido y viene bonita. Como cultivo tabaco no puedo destinar más área al café”, dijo, y tal vez la competencia con renglones tradicionales constituya correa para el fomento de grandes cafetales en la llanura espirituana. Aun así la provincia deja ver potencialidades productivas.
“Hay 50 ha y otro centenar quedará sembrado este año en las empresas agropecuarias. Pretendemos llegar al 2025 con unas 500 ha en el llano, donde hay tantas o más condiciones que en el lomerío, porque tenemos fuerza de trabajo, buenos suelos y superiores posibilidades de riego. Se trata de que los productores cumplan la tecnología”, refirió Leosvaldo Cruz Duardo, especialista del Departamento Agrícola de la Delegación de la Agricultura.
Tal criterio se sustenta en los resultados productivos en áreas del antiguo central Frente Nacional de Trabajadores Azucareros, en Trinidad, y la unidad básica de producción cooperativa Carlos Cancio, del propio municipio que, en los últimos cinco años, ha sido la mejor de Cuba en rendimientos, con 1.20 t/ha, cuando la media nacional no sobrepasa las 0.25 t/ha, ejemplificó el entrevistado.
Doña Esperanza
Solo personas de fuerte voluntad y arraigo emprenden caminos tan engorrosos como el que sigue Esperanza González Arcia, licenciada en Economía, que luego de 25 años cultivando una finca ecológica, con instalaciones productivas y una marca para la comercialización en Canadá, desbrozó el terreno, acondicionó los cultivos, recuperó una hectárea de café para alcanzar cuatro, y trazo sus derroteros en una finca forestal del Cotorro, en La Habana.
Ella y su colectivo están a la espera de recoger las posturas en el vivero del Wajay, para seguir plantando café intercalado con frutales y plátanos. “Nos asesoramos y avanzamos con la ciencia”.
Cita productos biológicos, simientes de calidad, y le brillan los ojos con otros proyectos: plantas medicinales, gallinas ponedoras (uso de las excretas como abono), certificación del suelo, una minindustria, una marca y su comercialización. Porque “en la agricultura hay muchas oportunidades, y los productores se van sumando”.
Los granos para la reproducción del café arábigo llegaron desde oriente hasta el Wajay (vivero de la unidad empresarial de base El Chico, de la Agroforestal Habana), como a los demás creados en varias provincias, fruto del proyecto de colaboración Cuba-Vietnam (2016-2020), demostrativo en pequeñas áreas de Tercer Frente, Santiago de Cuba; y de Guisa y Buey Arriba, en Granma, donde lograron rendimientos de una t/ha y el material genético para extenderse hacia el llano.
Nuevos proyectos están en marcha, y se gestionan otros enfocados a inversiones tecnológicas para garantizar los procesos productivos en el llano sin tener que trasladar el café al lomerío donde hay plantas de beneficio, secaderos y demás instalaciones. Se trata de hacer sustentables producciones de alta demanda, arraigadas en el paladar y la cultura del cubano.