Tokio.- La noche del 1 de agosto del 2021 había sido larga para Iván Pedroso. Bien larga y festiva. Su alumna, la venezolana Yulimar Rojas, había destrozado el récord mundial de triple salto por 17 centímetros. La marca de 15,67 metros era previsible según todos los especialistas y llegó, al estilo de su entrenador, en el último intento, para hacer más emotivo el oro olímpico. Su otra discípula, Ana Peleteiro, de España, terminaba en bronce. Las razones para dormir poco sobraban esa noche.
Sin embargo, sobre las 10:30 de la mañana del 2 de agosto Iván estaba de nuevo sentado en las gradas del estadio olímpico de la capital nipona. Se celebraba la final de la prueba en que reinó solitario por casi una década: el salto de longitud. Nueve veces campeón mundial (cuatro al aire libre y cinco bajo techo), monarca regional, panamericano y olímpico. Su vuelo siempre fue como estar caminando por el aire. Flotaba, decían algunos.
Concentrado. Vestido de gris y sin gorras. Miraba cada detalle. Iván solo aconsejó par de veces al saltador chino Changzhou Huang, quien se había preparado meses antes bajo sus órdenes en Guadalajara, España. Ahora terminó décimo, pero con aplausos.
Por supuesto, disfrutó la plata y el bronce de los dos cubanos: Juan Miguel Echevarría y Maikel Massó, respectivamente, salidos del mismo estadio habanero en él que dio sus primeros brincos. Los felicitó y accedió entonces a esta corta entrevista sonriente y feliz.
¿Cómo vive esta competencia desde las gradas un campeón olímpico de salto largo?
“Para mí siempre estar en las gradas es incómodo. Sea para ver el salto de longitud o el triple. Pero me he ido adaptando. Han pasado ya muchos años y ahora siento y disfruto las cosas de otro modo. Y desde esta posición hoy te puedo decir que me siento realizado. Con la actuación de ayer, Yuli me regaló el día más feliz de mi vida como entrenador”.
Yulimar era oro anunciado y récord deseado. ¿Qué resaltarías del triunfo?
“Yuli sabía lo que tenía que hacer. Hicimos una estrategia de que hiciera un primer salto para asegurar la competencia y así concentrarnos luego en alcanzar ese récord mundial que lo tenía en sus pies, porque lo había hecho muchas veces de foul y al final salió. Fue una competencia estratégica, tal y como lo planificamos. No quería que sucediera en el último salto, pero lo hizo a lo Pedroso y eso también vale”.
¿Qué opinión te merece la actuación cubana con dos medallas inéditas en el salto largo?
“Los vi muy bien a los dos. Estaban en una mañana de mucha motivación. Es una lástima que Juan Miguel no pudiera hacer ese último salto porque solo tenía que saltar 8,16 para ganar la medalla de oro que perdió con el griego Tentoglou en el último momento. Pero los problemas físicos cuando están son inevitables y él debe comprender que una medalla de plata olímpica es muy importante porque tiene un futuro inmenso todavía”.
Muchos recordamos tu oro olímpico de Sídney 2000, muy similar a lo ocurrido aquí, aunque tú si pudiste ripostar.
“Ese fue un momento único. Pude hacerlo porque estaba en excelente forma física. Nunca se me olvida el recibimiento y el apoyo que me dieron cuando llegué con esa medalla. Siempre tengo en el corazón a todos los fanáticos del atletismo y al pueblo cubano. Esa medalla fue y es para ellos. Lo he dicho muchas veces y lo ratifico de nuevo para que nadie piense que me olvidé”.
¿Te gustaría entrenar algún atleta cubano?
“Sí, claro. Cuba es un sitio de atletas con mucho talento. La cuna de los saltadores está ahí. Ahora vivo en España y tengo muchos atletas conmigo ya, pero sí, claro que me gustaría tener esa oportunidad”.