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Mergulhão Ruas: Que se preserve siempre la audacia revolucionaria de Fidel

El Portal de los Trabajadores Brasileños ha publicado un amplio artículo de homenaje al natalicio del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz en el que destacan hitos históricos que demuestran la audacia revolucionaria y la osadía intelectual del Comandante en Jefe.

 

 

El texto titulado Viva la audacia revolucionaria del Comandante Fidel Castro, escrito por el intelectual brasileño Luiz Eduardo Mergulhão Ruas, sostiene que “En este momento el mundo está presenciando el más completo agotamiento de las contradicciones del capitalismo, con las mayores calamidades a la vista, como la beligerancia, las armas biológicas -covid-19-, invasiones imperialistas, sabotajes contra naciones menos armadas, eliminación física de los políticos y líderes sociales y científicos, avance de las políticas neoliberales contra los derechos fundamentales y la seguridad social en todo el mundo, y asalto a las riquezas fundamentales de la mayoría de las naciones  (recursos naturales, etc), además del vergonzoso bloqueo económico contra Cuba”

“Han pasado cinco años desde la muerte del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, sostiene Mergulhão Ruas, un estadista que nunca ha dejado de ser un revolucionario audaz tanto en el pensamiento como en la práctica concreta. Esta actitud ante la vida se expresó en la victoria sobre la dictadura de (Fulgencio) Batista y también en la construcción del socialismo caribeño, siendo una de las razones fundamentales de la resistencia del pueblo cubano durante décadas”.

El experto brasileño en temas cubanos y doctor en Historia Política, hizo un resumen cronológico de los momentos en los que se expresó con mayor claridad esa osadía de Fidel, quien este viernes 13 de marzo cumpliría 95 años.

El recuento comienza con el golpe de Estado de Fulgencio Batista, en 1952, frente al cual el “abogado Fidel Castro (…) quedó convencido (…) que la vía pacífica e institucional estaba condenada al fracaso. Así, en julio de 1953, desde la juventud del Partido Ortodoxo, organizó un movimiento armado insurreccional, una forma de lucha con una larga tradición en la historia del país, el Asalto al Cuartel Moncada”.

El catedrático por la Universidad Estatal de Río de Janeiro recuerda que “el programa defendido por los insurgentes buscaba el derrocamiento de la dictadura y el restablecimiento de la Constitución de 1940, la reforma agraria, una política de nacionalización, la confiscación de propiedades a los vinculados a la dictadura y también la participación del proletariado industrial en los beneficios empresariales”.

La acción “se convierte en una victoria política porque le dio otra dinámica a la resistencia a la dictadura, especialmente cuando Fidel en su juicio produjo un análisis marxista de la sociedad cubana vinculando la acción insurreccional con José Martí, héroe de la independencia. La línea de continuidad entre las luchas por la independencia y la Revolución que proponía derrocar la dictadura quedó sellada, a través de un programa nacionalista, democrático y popular, difundido por toda la isla por sus compañeros del llamado Movimiento 26 de Julio, fecha del intento de asalto al Moncada”.

“Fidel difundió pedagógicamente sus ideas, esperando que el propio pueblo cubano se convenciera de la imposibilidad de actuar legalmente, y solo entonces abandonó la isla, destacando que él y los integrantes del movimiento regresarían como héroes o mártires. Una vez más, la osadía fue el sello distintivo de la actuación de Fidel cuando desembarcó el Granma”, enfatiza.

Estudioso del proceso revolucionario cubano, Mergulhão Ruas afirma que “Las acciones guerrilleras y la construcción de un amplio frente político con elementos de la burguesía anti-Batista asustaron a algunos, incluso al comandante Che Guevara. Pero esta alianza se basó en un programa que garantizaba el contenido programático del Moncada y, fundamentalmente, la supervivencia del Ejército Rebelde. Esto fue fundamental cuando, tras la victoria contra la tiranía, el sector burgués cubano y el imperialismo norteamericano, sorprendidos por la aplicación real de medidas populares sin concesiones, intentaron por todos los medios impedir el avance de la Revolución Cubana”.

En su opinión, “los trabajadores en las calles apoyando el congelamiento de rentas y la reforma urbana, los campesinos y trabajadores rurales con acceso a la tierra, la política de nacionalizaciones y la presencia del Ejército Rebelde fueron claves para alimentar aún más la osadía de Fidel y gran parte del Gobierno revolucionario en el enfrentamiento a limperialismo, siguiendo la dirección del socialismo”.

El politólogo asegura que el “El socialismo cubano ha expresado toda su fuerza democrática en la participación popular protagonista en cada barrio, basándose también en el desarrollo de valores morales y éticos, en la construcción de un nuevo ser humano (…). Este papel de la conciencia y del sujeto histórico en la construcción del socialismo cubano, que fue mucho más allá de la mera distribución de la renta y la nacionalización de los medios de producción –socialización económica como señala el Che–, superando el determinismo de las fuerzas productivas, tomó raíz en Cuba”.

“Fue esta concepción diferenciada del socialismo basada en el sujeto colectivo, la conciencia, los valores y tantas raíces nacionales y patrióticas, la que creó las condiciones para la audacia de Fidel en otros dos momentos: la reacción a los vientos de la Pererstroika soviética en 1986, cuando señaló que el camino no era el mercado (…) y también frente al duro momento del fin del campo socialista y de la propia URSS”.

“El Comandante Fidel izó la bandera del socialismo y el comunismo en un momento de fuertes avances del imperialismo y de la derecha, frente a un bloqueo feroz y cuando muchos pensaban que la Revolución sería derrotada en semanas”, lo cual denota su “energía, coraje y atrevimiento político revolucionario”.

En las circunstancias del Período Especial, “Fidel impulsó reformas, pero supo mantener la esencia socialista de la Revolución y vio la mayor participación del pueblo (…) como raíz de la resistencia”.

“Con el gran Comandante a la cabeza, el Gobierno cubano impulsó aún más un componente fundamental de la Revolución, a pesar de todas las necesidades que vive la isla: la solidaridad internacionalista, extendiendo la presencia de técnicos, médicos y maestros cubanos a diferentes continentes, inaugurando la Escuela Latinoamericana de Medicina, y construyendo una forma revolucionaria de relación comercial, la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba).

“El Comandante mantuvo los ojos abiertos, astuto, sin huir de los duros y espinosos desafíos que surgen de los análisis profundos. Con extrema humildad señaló que uno de sus errores, y el de los revolucionarios cubanos, fue la certeza de los caminos para la construcción del socialismo. La práctica había revelado que era algo mucho más complejo. Y, de forma dura, pero siempre alertando pedagógicamente a los revolucionarios, planteó la cuestión de que no sería posible que el imperio revirtiera la Revolución, pero su propio pueblo sí. Ciertamente fue un llamado del Comandante a la unidad que garantizó tantas victorias, al cultivo de los valores revolucionarios y a la eficiencia productiva basados ​​en los valores socialistas, siempre atentos al imperialismo y al individualismo que produce el mercado”.

El articulo publicado en la revista del Partido Comunista de los Trabajadores Brasileños (PCTB), concluye con el llamado de su autor, Luis Eduardo Mergulhão Ruas, también miembro del Consejo Director de la Asociación Cultural José Martí en Río de Janeiro, a que se preserve por siempre, “en el pueblo cubano y en todos nosotros”,  la “audacia revolucionaria, analítica y proposicional” del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

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