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Juegos en cuarentena y ventiladores para el calor

Tokio.- La decisión de realizar los Juegos Olímpicos en esta ciudad cuando más arrecia la Covid-19 lleva tras de sí varias razones. Desde el tema económico a partir de la inversión hecha hasta la voluntad ciega del Comité Olímpico Internacional por defender la continuidad de estas justas, solo detenida en tres ocasiones por conflictos bélicos.

La vida sigue normal en Tokio, y muchos usan ventiladores portátiles por el calor. Foto: Jhonan González

Sin embargo, antes que lleguen los 339 campeones olímpicos de esta edición hay tiempo para contar de cuarentenas, ventiladores portátiles para el calor, así como de camas de cartón en la Villa Olímpica, la pobre promoción de los Juegos en las calles y hasta de sombrillas en cada esquina o lugar que se visite.

Todo el que arribe a esta ciudad debe cumplir estrictos protocolos sanitarios en el propio aeropuerto (tests de antígenos a partir de la saliva) y luego permanecer en cuarentena por espacio de tres días. Para los que vinimos a reportar y contar historias, ya lo sufrimos y solo podemos salir entre 15 y 30 minutos a lugares cercanos al hotel para comprar alimentos, previo registro y firma de la hora de entrada y salida.

En esta primera “escapada” con mascarilla incluida y gel para las manos pudimos observar una ciudad que transita sin restricciones de movilidad, con una vida económica activa en toda su extensión, incluso con muchos niños y jóvenes en parques de diversiones como el que colinda con el estadio de béisbol Tokio Dome.

Sin embargo, a diferencia del verano del 2019 cuando este reportero anduvo por esta ciudad, lo que más llamó la atención ahora es que para paliar el calor húmedo y caliente de este archipiélago los japoneses ya no usan los tradicionales abanicos de siempre. Ahora se les ve con ventiladores portátiles en las manos y no descarte usted que varios cubanos terminemos imitándolos una vez que salgamos de la cuarentena.

El uso de los ventiladores portátiles es extendido ya en Japón. Foto: Jhonan González.

Este aparato de batería es preferido por las mujeres, aunque vimos algunos hombres usándolos también; pero lo más curioso es que tienen tanta habilidad para sostenerlo que con las dos manos pueden irse tomando un helado, leyendo el móvil y sujetar el ventilador. ¿Manos de pulpos? No. Pura pericia a la que pueden sumar una sombrilla además.

Y ya que hablamos de sombrillas o paraguas, una vez más hay que referir que este es el instrumento por excelencia para encontrarlo y tomarlo gratis en cualquier parqueo, tienda, hotel o sitio donde le agarre un aguacero. Es tanta la formalidad, que usted lo puede tomar en un lugar y dejarlo en el destino que llega sin problemas. Otros hacen lo mismo y siempre hay disponibles.

A pesar la amabilidad y la disciplina para organizar eventos deportivos, llama poderosamente la atención que no hay ambiente de cita olímpica en Tokio. Anunciada la decisión de que no habrá público en las instalaciones, solo unas pancartas lumínicas en el aeropuerto nos enseñan que estamos en la capital del deporte mundial por estos días.

Ni siquiera la televisión dedica grandes espacios a la publicidad del evento, evidentemente en sintonía con el poco respaldo popular dada la situación pandémica que vive el país, y especialmente Tokio, aunque insistimos que si bien cumplen el distanciamiento social nada detiene la vida económica, social y cultural de esta urbe, contradicciones que quizás alguien nos explique en los próximos días.

Las camas de cartón en la Villa Olímpica. Foto: cortesía de las judocas cubanas.

Finalmente, esta tarde pudimos comunicarnos, vía whatsapp, con algunas atletas cubanas para conocer sobre la comodidad de las camas de cartón que diseñaron los organizadores para la Villa Olímpica. Según varias judocas están muy cómodas, sobre todo el colchón, pero ya fueron advertidas que no deben tirarse fuerte como acostumbramos algunos, pues pueden terminar durmiendo en el piso antes de partir de esta ciudad.

Son apenas las primeras impresiones mientras el plato fuerte se acerca. Los periodistas pasamos horas escribiendo, leyendo y adaptándonos al cambio de hora, que dicho sea de paso ha logrado que más de uno todavía amanezca escribiendo como si fuera de tarde-noche en La Habana.

 

 

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