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La «OCHA» de un viaje: primera noche en Tokio

Tokío.- Desde que comenzó el proceso organizativo de los Juegos Olímpicos de Tokio, en tiempos de Covid.19, un pesquisador virtual, nombrado OCHA, se hizo famoso entre todos los participantes, y por supuesto entre los cubanos, dadas las exigencias sanitarias de los organizadores japoneses.

La delegación cubana sufrió el retraso de los organizadores a partir de los protocolos sanitarios que hay que cumplir. Foto: el autor

Con mil complicaciones para acceder e instalar OCHA en los teléfonos móviles (algunos incluso no llegaron a instalarlos), por más de 15 días antes de la llegada a la capital nipona cada visitante a esta cita cuatrienal debía llenar un formulario diario con la temperatura del día, si tomaba o no algún medicamento y si padecía él o su familia algún síntoma de la enfermedad.

No obstante, casi todo el personal deportivo y de los medios de comunicación viajamos este 14 de julio con OCHA actualizado, pero lo que no imaginábamos es que la odisea sería mayor y no precisamente por ese cuadrito verde que decía al final: “Se cumplen las condiciones”. Para montar en La Habana, la línea de aviación lo pidió y lo enseñamos. En París, a punto de embarcar el último tramo, hubo aclaraciones puntuales, porque ya se necesitaba otro tema asociado al pesquisador: un código QR que a casi nadie se lo generaba, pero que a la postre no impidió tomar el vuelo.

De un lado a otro movieron a la delegación cubana en el aeropuerto japonés. Foto: Guillermo Rodríguez

Sin embargo, todo hubiera quedado en el recuerdo, si no fuera por la “ocha” que sufre cada viajero y cada delegación que llega a Tokio por estos días, previo al inicio de la XXXII edición olímpica el próximo 23 de julio. A las 9:25 de la mañana el avión tocó tierra en un alarde puntualidad y precisión de aterrizaje, pero solo 10 horas más tarde logró salir la delegación cubana del recinto, cual historia increíble atendiendo a la rica y exquisita organización que siempre han mostrado siempre los japoneses.

Más allá de la correcta amabilidad de siempre, de comunicarnos con el traductor de Google, de pelotearnos de un salón hacia otro sin poder tomar agua ni alimentos por el antígeno obligatorio que debíamos hacernos, de pedirnos diez veces disculpas por la demora y de la custodia férrea hasta para ir al baño o cambiar dinero, la realidad es que salimos cerca de las ocho de la noche, cuando las luces de esta ciudad comenzaban a aparecer de día.

La amabilidad de los voluntarios no impidió que los trámites se retrasaran hasta casi 10 horas. foto: Guillermo Rodríguez

Por supuesto, antes de irse a dormir la primera noche en Tokio, resalta el poco entusiasmo que vimos entre los voluntarios de los juegos que, a decir de muchos, se realizarán más por voluntad económica que por condiciones reales de sanidad, pues la capital del Sol Naciente vive un repunte pandémico, que obliga a cada viajero a una prueba de antígeno sui genéris, a partir de gotas de saliva en un recipiente que a muchos nos costó cumplir con los miligramos exigidos.

Quizás el único aliciente es que Cuba no marca el récord de espera en la terminal área que luce todavía a media máquina con el arribo de las comitivas. Canadá se quejó ya ante el Comité Organizador por las 12 horas que demoraron los trámites correspondientes y Alemania hizo otro tanto por la decena de horas que vivieron ellos.

¿Este inicio inesperado desde la organización cambiará en lo adelante? ¿Podremos ver unos Juegos Olímpicos sin la furia de alegría que levanta tradicionalmente en la nación sede? De momento la primera noche deja al cronista con mucho sueño, cansancio y también esperanzas. Ya les contaré cómo vienen nuestros muchachos, que solo piensan en hacerlo bien por su familia, por su pueblo, por Cuba.

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