En estos momentos el conocimiento y la defensa de la historia son fundamentales para mantener nuestra identidad, comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos y acercarnos a la obra de más de 60 años que nos legó Fidel, y de la cual lo mejor del pueblo se siente agradecido, valora Niurka Orama Ovallo, quien acumula 38 años de trabajo en la difusión del pasado de la nación cubana, primero como museóloga y actualmente subdirectora técnica del Museo de la Revolución.
No siempre se habla de esta profesión y de su importancia para la formación de valores en las nuevas generaciones. Ella reafirmó sus convicciones patrióticas y revolucionarias cuando se incorporó a la institución con solo 21 años, recién egresada de la entonces Escuela Nacional de Museología.
Y fue así porque no era lo mismo conocer los hechos del pasado por el relato del profesor en el aula, que entrar en contacto con los valioso fondos de este centro creado por el joven Raúl Castro Ruz el 12 de diciembre de 1959, convencido de la necesidad no solo de conservar sino de mantener viva la historia patria.
“Tanto él como Fidel –precisa– fueron los artífices de la idea de preservar el yate Granma que hoy se exhibe en el memorial. El General de Ejército Raúl Castro ha dado indicaciones muy precisas para el mantenimiento y revisión permanente de su sistema de conservación”.
Todavía Niurka recuerda la emoción que le causó entrar en contacto por primera vez con objetos originales pertenecientes a héroes, como una camisa de Frank País, los grados que Raúl usó en la Sierra Maestra o la chaqueta que vistió Fidel en mayo de 1958 en Altos de Mompié.
Algo que agradece es que el colectivo que la recibió en el año 1983 le colocó el listón muy alto en cuanto a su superación personal. “Nuestros jefes tenían vastos conocimientos y nos fueron preparando con rigor, nos hacían exámenes periódicos en los recorridos que realizábamos con los visitantes por el museo, tanto desde el punto de vista del contenido que transmitíamos como en la forma en que lo hacíamos, y evaluaban nuestro desempeño en las demás actividades. El director decía que la juventud se tenía que preparar, que el museo requería un personal bien capacitado y yo no podía quedarme con el nivel de técnico medio. Aunque yo estaba casada y tenía hijos, en el curso para trabajadores pude alcanzar la Licenciatura en Historia”.
Era casi una deuda con Raúl que siempre ha estado al tanto de cada detalle relacionado con el museo, y cuando lo visitaba, siendo ella todavía muy joven, decía que los más nuevos iban a ser con los años los formadores de la nueva generación de trabajadores y así ha sido. Hoy todo su personal técnico tiene nivel de licenciados o son másteres.
“Ellos deben estar preparados en las tres direcciones de trabajo que tiene la institución. La parte sociocultural contempla visitas dirigidas, conversatorios, la atención a círculos de interés, el trabajo con la comunidad, desde un círculo de abuelos hasta escuelas cercanas incluida una de niños con problemas de retardo. Otro frente es la labor con los fondos patrimoniales, conocer el inventario, los fondos personales, por ejemplo los del Che, Camilo o Fidel, dominar el sistema de inventario y de documentación. Y por último organizamos exposiciones transitorias o permanentes, lo que requiere conocimiento de los fondos museables.
“En una muestra relacionada con un aniversario de la invasión de Playa Girón, por ejemplo, utilizamos una pieza de alto valor patrimonial vinculada a los antecedentes de este hecho, que es el fragmento de puerta donde el joven artillero Eduardo García Delgado escribió antes de morir, con su sangre, el nombre de Fidel. Objetos como este causan un mayor impacto en los visitantes. También está la investigación histórica para la cual nos apoyamos en fuentes documentales o vivas.
“Cuando reabra sus puertas el museo va a ofrecer un servicio técnicamente superior, con los códigos que en la actualidad se exigen para poder trasladar los conocimientos de forma más interesante y atractiva. Siempre lo fundamental será difundir la historia, fomentar el amor por nuestras tradiciones de lucha, mantenerlas vivas como fuente nutricia de nuestros principios”.