“Si queremos vivir el renacer de la ganadería el ganadero debe estar en el potrero, y en torno a él la ciencia y el conocimiento”, indicó Ramón Catalá González, en la finca El Madero, de Cayo La Rosa, en Bauta; mas su mensaje encierra la clave para enderezar la rama accidentada, desprotegida y menos desarrollada de la agricultura.
Los muchos cambios estructurales a que ha sido sometida lastran los resultados y dispersan la vista que debió enfocarse sobre el productor, la finca y el ganado. Las nuevas medidas para estimular la producción de alimentos destraban impedimentos, pero hay un daño de base que rápido solo salvarán los más emprendedores.
El estímulo hinca, espolea. La leche vacuna se consigue con la constancia del ganadero, no de quienes vean en las vacas un medio para el sustento, sino de los experimentados o los que se han consagrado a aprender para sacarle el mejor provecho.
Buscar la eficiencia
Ramón Catalá habla de dos temas vitales: los bancos de semillas de plantas proteicas, “que no existen en las formas productivas para suministrarlas a los productores; y los servicios veterinarios, que son nulos”, sin embargo, Ramón Balmaseda, especialista en Genética de la Delegación de la Agricultura en Sancti Spíritus, pondera la inseminación artificial, la mejora genética y el respeto al flujo productivo en el empeño por alcanzar más leche y carne bovinas.
A estas alturas directivos y funcionarios continúan intercambiando con los productores, pero es esencial que se capaciten, estudien las medidas y legislaciones para que las apliquen y exijan su cumplimiento, informó Arian Gutiérrez, director de Ganadería del Ministerio de la Agricultura (Minag). “Las medidas obligarán a buscar la eficiencia, y los emprendedores sacarán a flote su economía”.
Balmaseda, como experto, reconoce que las medidas son necesarias y persisten insuficiencias que limitan la producción: “La empresa estatal está muy distante del campesino, su sistema de atención es débil, descuida la capacitación y se centra en el control, a lo cual se le busca solución”, expresó a Trabajadores.
La entrega de leche a la industria, su principal destino –pactada en 374 millones de litros este año–, está muy deprimida, aunque Arian Gutiérrez confía en la recuperación productiva de la etapa mayo-octubre, cuando logran tradicionalmente acopios superiores. “La sequía ha afectado la mayor parte del territorio nacional y no hay suficientes alimentos para suministrar a los animales, que prácticamente han sobrevivido con los empobrecidos pastos”, aseveró.
La recontratación de las producciones de la ganadería, a partir de las resoluciones 139 y 140, que dictaminan el sacrificio de vacunos, la venta liberada de carne y leche (luego del cumplimiento de los compromisos) y el pago por el sobrecumplimiento, que incluye una parte en divisas, constituyen fortalezas pues sus trabajadores podrán crear su propio fondo para adquirir insumos y hacer inversiones.
“La industria láctea contrata la leche de productor a productor, hace las pruebas diarias de su calidad y asume la comercialización”, dijo el director de Ganadería, pero sobre ello hay insatisfacciones.
La vivencia de días atrás la trajo el propio Ramón Catalá, quien perdió 120 litros pues la acidez estaba por encima del parámetro permisible, ya que su producto se hallaba ligado al de otros productores con leche de menor calidad. “Ahora la llevo hasta el termo de la cooperativa, le hacen la prueba y la certifico antes de unirla al resto”.
Sobre ello aclaró que en los centros de enfriamiento de leche tienen instrumental y personal capacitado; cuando existe discrepancia el productor o la cooperativa pueden contratar el servicio en un laboratorio de referencia de la provincia. “Si la leche no tiene calidad se multará solo por lo acopiado ese día, no por la totalidad del mes”, precisó.
Tradición y realidad
En las provincias de tradición ganadera Trabajadores constató que todavía arrastran insuficiencias que pueden enmendarse con creatividad, objetividad y control, como aseguró Jorge Luis Tapia, vice primer ministro, quien citó la escasa siembra de alimentos para los animales y poco abasto de agua, el inadecuado manejo de los rebaños y cierto descontrol por parte de los gobiernos locales.
Orlando Durañones, uno de los productores más sobresalientes de Guisa, persiste en que “estábamos olvidados, desatendidos; ahora tenemos incentivos para hacer más”; otros consideran que no faltan alteraciones de lo establecido que entorpecen y crean descontento.
Después de la recontratación el granmense lleva a la Empresa de Comercio diariamente 79 litros de leche fresca. “Los primeros días no había donde recogerla en el punto de expendio y regresé a casa con parte de esta”. Según él, el hecho continuó, lo que junto a reajustes entre el Lácteo y Comercio, que no se informan a los productores, provocan el incumplimiento de su plan. “El pago de la producción es otro problema que enfrentamos y no tenemos explicaciones”.
Gustavo Saavedra, especialista en la Delegación de la Agricultura, en Granma, aseguró que más ganaderos se han incorporado a la entrega de leche “aun cuando no hemos tocado la puerta a todos; falta por llegar al 40 % de los propietarios y convencerlos de aportar; el impacto de las medidas no está en el alimento acopiado, sino en comprometer a los que nunca habían dado ese paso”.
Planes por encima de las medidas
Eliserio Rodríguez Cárdenas, presidente de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Batalla de las Guásimas, en Vertientes, intuía que las reclamaciones de los guajiros serían escuchadas. “Nuestros planes siempre han estado por encima de los que traen las nuevas medidas. Estamos hablando de algo que era utópico, impensable: ¡Nosotros mismos vamos a comercializar la carne y la leche!”.
Camagüey apenas lograba entregas por encima de los 75 millones de litros en el año, y a pocos días de la aplicación de las medidas ya sobrepasa los 230 mil litros diarios, sin llegar al pico productivo que aquí ocurre entre julio y agosto.
En esa provincia, y en otras, también hay impagos a los productores. Yeosvany Acosta, presidente de la CCS Armando Cardoso, en Guáimaro, plantea que hubo morosidad de algunos campesinos en la entrega de la certificación de la producción, “pero ni a los que lo hicieron en tiempo les han pagado”.
“La situación con los insumos es compleja”, concuerdan los productores. El director de Ganadería del Minag admite que constituye la principal traba para la producción. Algunos sugieren liberar la compra de los recursos, no depender solo del Grupo Empresarial de Logística, Gelma, pues hay organismos que tienen ociosos, que ellos podrían adquirir.
Tal y como ocurre en el país, los campesinos y cooperativistas de Artemisa aportan el 80 % de la leche vacuna, mientras el sector estatal, bien deprimido, se encarga de lo demás, y a veces no puede, como sucedió en los primeros cuatro meses en la Empresa Pecuaria Genética Los Naranjos, que dejó de entregar unos 140 mil litros.
Rafael Ferral Fonseca, director técnico de la entidad, comentó que el incumplimiento ocurre desde el año 2018, y que ahora golpea la falta de agua, por roturas de los equipos de bombeo y escasez de combustible para llevarla en pipas a las unidades.
“Tampoco tuvimos los alimentos necesarios por dificultades con la maquinaria forrajera, y perdimos unos 2 mil hectáreas sembradas de pastos a causa de los incendios, en menor cuantía incidieron las muertes y el hurto y sacrificio ilegal del ganado”, manifestó Ferral.
“El panorama debe cambiar en el segundo semestre cuando entran en funcionamiento con paneles solares 10 bombas de agua y ya completan 23, para abastecer establemente el líquido a unos 2 mil animales”, puntualizó.
Siguiendo la misma línea de Catalá y Balmaseda, hay que llegarle a los 154 mil poseedores de ganado del país, protagonistas del cambio que pide a gritos la ganadería, y tomará al menos un trienio en que se cumplan ciclos biológicos y haya una recuperación de los animales. Como advirtió un trabajador “no podemos pensar en los recursos, tenemos que ser eficientes”.