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LA GUAGUA: Los aguafiestas

En el viaje de esta Guagua no traeremos a bordo específicamente algún comentario digital como es costumbre, sino que resumiremos opiniones recogidas en las redes sociales durante varios años en relación con ciertos personajes que hasta pueden resultar simpáticos.

 

 

Aclaremos que no se trata de esos personajillos que comentan con la verborrea de la impotencia cada vez que hay un post relacionado con el tema Cuba aunque se trate de un simple enunciado sobre una ley de la física.

Tampoco son los que nacieron en la Mayor de Las Antillas y se marcharon hacia otros países, pero para justificarse quizás ante ellos mismos por qué están donde están, denostan de la nación donde nacieron.

Estos otros son los que no importa si el asunto les resulta desconocido y es la primera vez que lo escuchan, basta que el interlocutor haga una pausa para que tome la palabra y lance una andanada de razonamientos hilvanados de forma tal que ponen en duda todo lo dicho.

Y si es en algún sitio de redes sociales en Internet, puede que no entienda ni uno solo de los vocablos escritos en el post, pero será suficiente que alguno le resulte algo familiar y a partir de ahí expondrá sus puntos de vista, casi siempre en contra aunque para ello tenga que contradecir al más renombrado científico.

Son los que se ganan frases como estas:

¡Qué tipo más atravesao!, ¡Es un polín de línea!, ¡Es el mismísimo miércoles!

También se caracterizan por encontrar tres y cuatro nuevos problemas por cada solución que alguien aporte, hasta que alguien lo llama al orden con palabras como estas o similares.

¡Compadre, ya soltaste la jaba de alacranes!, ¿A esta hora vas a parquear la tiñosa esa?

Un caibarienense convertido en camagüeyano que quería presentar sus poesías en un concurso tuvo la infortunada oportunidad de que uno de esos personajes viera sus obras y le hiciera una cantidad enorme de observaciones, tantas como para que jamás osara competir.

El momento humorístico de esa tertulia fue cuando el poeta aficionado blandió una cuartilla escrita a mano de su puño y letra y dijo retadoramente:

¿Me vas a decir que ya con esto solo no me gano uno de los tres primeros premios en cualquier concurso municipal?

A lo que el aguafiestas, imperturbable, respondió con aires académicos:

Ese es el peor de todos.

Aquel caibarienense cuyas iniciales son MFL, calmadamente, reveló:

Menos mal que es el peor, lo cual me da la medida de que los otros son menos malos. Y debo ganar porque escribo mejor que Nicolás Guillén que es el autor de ese poema que yo copié en ese papel.

En resumen: Aunque no trajimos comentarios digitales a manera de ejemplo (y esto fue una recomendación de allegados al autor de esta Guagua), vamos a darle puntos favorables a esos personajes, pues nadie puede negar que obligan a pensar, o mejor dicho: a repensar y volver a pensar.

Si como método fuéramos más cuestionadores y le buscáramos siempre la quinta pata al gato, en vez de lanzarnos festinadamente a emprender una acción sin medir consecuencias, menos tropiezos tendríamos en nuestras vidas porque estaríamos mejor preparados para introducir variantes.

¿Y qué pasaría si cada vez que sea posible, antes de emprender una acción, se hace un equipo de personas que hagan la función de esos personajes que se atraviesan, sueltan los alacranes y lo ponen todo en duda?

Pues sí, los aguafiestas mucho pueden aportar.

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En una reunión con trabajadores de la Cooperativa de Ómnibus Aliados en La Habana, el 30 de marzo de 1959, Fidel dijo: «Ustedes saben que uno de los lugares donde más se discute de política, de revolución, de economía y de todo, es en el ómnibus, ¿no? Es como una plaza pública el ómnibus, es como una mesa redonda; un ómnibus es como una mesa redonda permanente, donde todo el que sube opina. (…) a veces pregunto qué se habla en los ómnibus, para enterarme de cómo andan las cosas.»
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