Al periodista se le exige siempre una guía, ese pronóstico cercano a lo que pueda suceder en cualquier cita múltiple. Y para los Juegos Olímpicos de Tokio (23 de julio al 8 de agosto) no es la excepción. El Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación de Cuba (Inder) anunció días atrás los propósitos de quedar entre los 20 primeros. La pregunta vía correo electrónico, redes sociales o personal es una: ¿utopía o realidad?
Debemos partir de que esta cita cuatrienal será atípica al correrse un año por los efectos de la COVID-19 en el planeta. El desconocimiento de los niveles de preparación de muchos rivales, las pocas competencias nacionales y foráneas desde marzo del 2020 hasta junio del 2021, así como el complicado sistema de clasificación en no pocas disciplinas, obligan a pasar por una cuerda floja en los análisis. A ello hay que sumar una sede como Japón, lista para rubricar su mejor actuación histórica.
Cuba presentará la tercera delegación más pequeña a una cita olímpica después del triunfo de la Revolución con 67 nombres en 13 deportes, aunque hay posibilidades de llegar a 75 cupos. Primer elemento: la eficiencia tendrá que ser muy alta si queremos anclar entre los 20 punteros, tope que ha cerrado en las últimas cinco ediciones con naciones ganadoras entre tres y cuatro doradas.
Segunda idea clave para nuestra comitiva: los candidatos a medallas están concentrados en siete deportes, sin que por eso desestimemos la capacidad de sorprender en los otros seis. Es decir, boxeo, lucha, atletismo, judo, tiro deportivo, taekwondo y canotaje son los que apuntan hacia los podios, algunos con más claridad a partir de su experiencia o premios recientes.
Sobre las 12 cuerdas pesa mucha historia. Son 37 oros a este nivel y desde 1972 siempre hemos regresado con monarcas, excepto en Beijing 2008. Ahora son solo siete púgiles y tres de ellos ya saben lo que es conquistar la gloria olímpica: Roniel Iglesias (2012), Julio César La Cruz y Arlen López (2016). Para ser racionales, no menos de dos coronas deben volver a tener acento antillano en Tokio, con cuatro medallas en total.
Andy Cruz, doble campeón mundial, es un candidato de fuerza y confianza, sin descartar a Yosvany Veitía y Lázaro Álvarez.
La lucha es la segunda bujía que puede catapultar al carro cubano en tierra nipona. Mijaín López e Ismael Borrero en la grecorromana son favoritos de casi todos los especialistas para imponerse tal y como lo hicieron en Río de Janeiro 2016.
En el caso de Mijaín sería su cuarto oro en estas justas, todo un acontecimiento para esa disciplina en el mundo y para la historia deportiva nacional.
Sobre los colchones hay potencialidades de dos a tres medallas más de cualquier color, sea en la greco o la libre, pues clasificaron a 12 nombres, acostumbrados muchos a festejar preseas en lides del orbe. Alejandro Valdés, Reinieris Salas, Geandry Garzón, Daniel Gregorich o Gabriel Rosillo están conscientes de la responsabilidad.
En el deporte rey la discóbola Yaimé Pérez y el saltador Juan Miguel Echevarría son los más cercanos a un título, pero sus contrarios más directos son bien difíciles de vencer cuando toca la hora cero. Del resto, solo Denia Caballero en disco, la siempre fiel Yarisley Silva en la pértiga, así como los triplistas y el relevo 4×400 pudieran señalarse con aspiraciones de una diadema.
Llegar entre los ocho finalistas aquí sería un gran resultado para muchos, por lo que un oro y otro metal de cualquier color es bienvenido como botín final en la tropa dirigida por la comisionada Yipsi Moreno.
En el caso del judo, Idalis Ortiz es la carta más segura en busca de su cuarta presea olímpica. Confiar en ella significa pensar en que podrá transitar hasta la discusión final, pero en casa de los creadores de este arte marcial sería un acontecimiento mayúsculo que una cubana logre arrebatarle el oro. Con rango para estar entre los tres primeros aparecen además Iván Silva y Maylín del Toro, pero reitero, Japón debe arrasar y será duro alcanzar dos laureados.
Quedan entonces las últimas opciones en el taekwondo con el doble monarca mundial, Rafael Alba; en el canotaje con Serguey Torres y Fernando Dayán Jorge en el C-2, así como en la puntería que puedan lograr Eglys Cruz, Leuris Pupo y Jorge Félix Álvarez. Un primer puesto de algunos de ellos es posible a partir de su calidad y resultados, sin embargo, prefiero anotar tres medallas más y que marquen la sorpresa de la delegación.
Hasta aquí hablamos de potencialidades entre 14 y 15 medallas, de ellas al menos cinco títulos. En ese entorno nos hemos movido desde Londres 2012 (5-3-7, lugar 15) y Río de Janeiro (5-2-4, lugar 17). De cumplirse nos mantendríamos entre los 20 primeros países de los Juegos, algo que viene sucediendo desde el puesto 14 de Munich 1972, con el punto más alto en Barcelona 1992 y aquel mágico quinto escalón; en tanto el descenso más brusco ocurrió en Beijing 2008 con en el escaño 19.
¿Todo será color de rosa? No. ¿Hay margen a la equivocación? Por supuesto que sí. Ese atleta relámpago que vemos en el entorno y se crece hasta las nubes el día de la competencia casi siempre existe en citas múltiples. Menos de tres títulos para Cuba sería una labor negativa, pesada e inesperada; más de cinco habría que brincar y festejar con ribetes de asombro y heroicidad.
Toca el turno a discrepar, aportar elementos o asumir con más o menos reserva este pronóstico, el cual solo podrá validarse con justicia, cuando caigan el 8 de agosto las cortinas en Tokio de esta trigésimo segunda fiesta olímpica.