Sea cual sea el resultado de las Elecciones Generales de Perú, respetaré la voluntad popular, prometió a finales de mayo la candidata del partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori. Tres semanas después patalea porque no acepta la derrota. Una de sus últimas y peligrosas cartas es solicitar al actual mandatario, Francisco Sagasti, que la segunda vuelta sea auditada por la Organización de Estados Americanos (OEA), como si la historia reciente de Bolivia no contara.
La hija de Alberto Fujimori ha aspirado tres veces consecutivas a la silla que ocupara su padre y siempre ha perdido. Esta vez su actitud ha sido descrita como “trumpismo andino”, en alusión al proceder de Donald frente a las presidenciales de EE.UU. en el 2020.
“Qué difícil para la izquierda llegar al poder de la forma pacífica que reconoce la democracia cuando esta se encuentra secuestrada por egoístas plutocráticos que se niegan a reconocer la voluntad del pueblo. A pesar de estos pesares VENCEREMOS y el 28 comienza la nueva historia”, tuiteó el abogado y penalista peruano Raúl Noblecilla Olaechea.
Que difícil para la izquierda llegar al poder de la forma pacífica que reconoce la democracia cuando esta se encuentra secuestrada por egoístas plutocraticos que se niegan a reconocer la voluntad del pueblo. A pesar de estos pesares VENCEREMOS y el 28 comienza la nueva historia https://t.co/fXOBCaMws0
— Raúl Noblecilla Olaechea (@raul_olaechea) June 24, 2021
A pesar de los números que dan la victoria a Pedro Castillo, el candidato del lápiz, el maestro y líder sindical; y del respaldo de observadores internacionales y Gobiernos, como la misma OEA, Canadá, Estados Unidos, Unión Europea y sus países miembros, Perú aún desconoce los resultados oficiales del balotaje efectuado el pasado 6 de junio.
Tormenta anunciada
La primera vuelta para elegir al presidente, dos vicepresidentes,130 congresistas y 5 parlamentarios andinos para el período gubernamental 2021-2026 tuvo lugar el pasado 11 de abril.
Al máximo cargo se postularon 18 candidatos lo que hizo expedito el camino a la segunda vuelta pues la ley peruana exige un mínimo de 50 % para ganar, algo difícil ante semejante fraccionamiento político.
Cuando evaluamos las estadísticas generales salta a los ojos el interés popular: si en la primera vuelta la participación superó el 70%, en el balotaje se incrementó en 4 % más; la cantidad de votos en blanco disminuyó de más de 2 millones a unos 121 mil, no así los votos nulos que en ambos casos superaron el millón de boletas. Es decir, la gente acudió a las urnas, pero la sociedad peruana permanece polarizada como desde hace varios lustros.
El 15 de junio la Oficina Nacional de Procesos Electorales publicó los resultados del conteo total, en ellos Pedro Castillo aparece como ganador con poco más de 40 mil electores de ventaja. El veredicto fue rechazado por Keiko, quien inició una batalla por anular 887 actas que podrían incluir unos 200 mil votos, casi todos provenientes de las zonas más pobres del país donde Castillo arrasó.
Las peticiones de nulidad fueron negadas en primera instancia (Jurados Electorales Especiales), y algunas son evaluadas aun por la segunda, el Jurado Nacional de Elecciones, cuya composición tampoco ha estado exenta de polémica.
En medio de esa incertidumbre, un centenar de oficiales retirados presentaron una carta al poder castrense para que se nieguen a reconocer a Castillo como presidente, actitud que fue rápidamente condenada por el actual mandatario, Francisco Sagasti, por “incitar a los altos mandos del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea a quebrantar el Estado de Derecho”. Esta movida es peligrosa en un país con larga historia de dictaduras militares.
Golpe a fuego lento
Tal como ha denunciado el periodista peruano César Hildebrandt en reciente artículo publicado de su semanario Hildebrandt en sus trece: “Ya no hay duda: una vasta operación cuyo objetivo es desconocer la voluntad popular está en plena ejecución con la complicidad de un sector empresarial, un grupo de militares en retiro y en actividad y, por supuesto, del fujimorismo experto en la materia”.
“El Perú enfrenta un golpe de Estado que se cocina a fuego lento, añade. La tesis del fraude sistemático en segunda vuelta, promovida por la candidata de la derecha autoritaria que se niega a reconocer su derrota en las urnas, se ha desplomado como un castillo de naipes. Pero la ofensiva para impedir que Pedro Castillo, el maestro rural y dirigente sindical de izquierda, asuma el poder continúa en ejecución”.
El Partido Político Nacional Perú Libre con el que Castillo ha ganado numéricamente los comicios, se constituyó como organización nacional en febrero del 2013. Se presentó a los comicios parlamentarios extraordinarios del 2020 por primera vez y quedó sin escaños. Meses más tarde, en abril del 2021, ganó 37 de 130, y se ha convertido en el partido político más representado, aunque sin ser mayoría.
Al clima de crispación política postelectoral se suma la compleja situación económica. En el 2020 el pib se contrajo casi un 13 % y arrastró a la quiebra a muchas pequeñas empresas de servicios que ocupan un rol esencial en la dinámica peruana.
Desde el punto de vista epidemiológico el colapso es aún peor. La nación andina es quinta en la lista mundial de fallecidos y primera en la que mide la cantidad de muertes por millón de habitantes (al cierre tenía 5 mil 732).
Tan dolorosas estadísticas tienen su origen en las circunstancias socioeconómicas precovid-19: casi un tercio de los peruanos vive en hogares superpoblados (más de cuatro por habitación); el 72% labora en puestos informales, obligados a salir cada día en busca del sustento; y solo el 49 % tiene refrigerador o congelador doméstico, lo cual limita el acumular alimentos y quedarse en casa.
El paquete de ayuda económica otorgado por el Gobierno a familias vulnerables se convirtió en otra de las causas de grandes aglomeraciones en medio de los peores momentos del contagio, ya que solo el 38 % de los adultos peruanos tiene cuenta bancaria, el resto tuvo que acudir personalmente a las instituciones crediticias.
A pesar de la zozobra, Pedro Castillo ha declarado que el venidero 28 de julio de 2021 jurará como presidente y encabezará las celebraciones de las fiestas patrias por el Bicentenario de la Independencia del Perú.
El pasado viernes, en un acto efectuado en la Ciudad Imperial del Cusco, hizo un nuevo llamado a la unidad nacional: “Ya no hay ni vencidos ni vencedores: hoy somos una sola familia. El país necesita la más amplia unidad y que nos ordenemos para ir hacia una vida de prosperidad y bienestar. ¡Caminemos firmes hacia la victoria!”, afirmó.
Solo falta que lo dejen trabajar.
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