La gente no se crece en caminos allanados y los golpes, por muy duros que sean, pueden provocar un efecto positivo más grande que la conmoción inicial.
Cuando Christian Eriksen cayó desplomado debido a un paro cardíaco en el debut de Dinamarca en la Eurocopa, sus compañeros perdieron el partido, pero hicieron la mejor jugada del torneo: salvarle la vida junto al personal médico.
Ese día demostraron de qué estaban hechos y aún así, en shock, decidieron volver a saltar al campo para retomar el choque, firmando su sentencia de muerte ante los finlandeses. En aquel momento tal vez empezaban a alimentarse del impacto, todavía sin estar conscientes.
Nosotros tampoco lo sabíamos. Los hacíamos derrotados -incluso eliminados de la lid contiental- con la cabeza en otro sitio, acabados psicológicamente.
En el segundo partido, frente a la todopoderosa Bélgica, número uno del ránking FIFA, el equipo mostró su madera, pero sufrió otro descalabro. Quizás por estar aún asimilando el duro golpe, por tener grabada en la cabeza la imagen de Braithwaite rezando y Simon Kjaer y Schmeichel consolando a la novia de Eriksen en pleno terreno o porque simplemente los belgas fueron más efectivos.
Sin embargo, solo fue una derrota, una batalla perdida en plena guerra.
Y ellos sabían que merecían continuar, que su afición estaba deseosa y que tenía que ser así por el propio Eriksen. Y lo hicieron. Golearon a Rusia 4-1, dominando todos los parámetros, totalmente crecidos.
Hoy, con cuatro goles más, mandaron a casa a la Gales de Gareth Bale y Aaron Ramsey. Sí, los daneses clasificaron a cuartos de final sin su principal estrella en el campo.
También les faltaban Poulsen y Wass, pero a Kasper Dolberg no le interesó y anotó un doblete, antes de ser susitiuido por Cornelius, que también incomodó a la defensa galés. Mæhle y el laborioso Braithwaite sellaron la goleada.
Su rival en la siguiente fase saldrá de quien resulte vencedor en el enfrentamiento que sostendrán mañana Países Bajos y República Checa. Cualquiera que avance no la tendrá fácil con el conjunto nórdico.
Los dirigidos por Kasper Hjulmand no son segundos de nadie, no quieren, no están dispuestos. Talento tienen para soñar con las semis… y motivos, motivos les sobran.