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RETRATOS: Adicto a la confronta

Cuando la mayoría de las personas duerme, Sergio Rivera Mendieta está trabajando. Chofer del P-12, en la base de Santiago de las Vegas, se acostumbró a realizar los horarios de la llamada confronta, es decir, de las madrugadas. “Ya estoy adaptado, la calle está más tranquila”, aseguró.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

 

“Siempre me gustó manejar. Recuerdo que cuando niño, el hombre que conducía el carro que transportaba hielo, vivía detrás de mi casa, y cuando lo veía aparecer, iba con él y me ponía detrás del timón un ratico. Era la década del 60 y yo tenía 9 años”, dijo.

Con risa franca, confesó que siempre fue un muchacho despierto y le gustaban las travesuras. “Éramos siete hermanos y de alguna manera había que ayudar a la familia; una de mis hermanas trabajó de criada en una casa del Casino Deportivo. Yo limpié zapatos, lo hacía a escondidas de mi papá. El dinerito que me daban lo cogía para ir al cine.

“En la escuela primaria tuve un profesor muy bueno, de apellido Aguiar, daba clases a segundo y tercer grados; en el aula había 46 muchachos. ¡No era fácil! Yo hacía mis maldades y él le daba las quejas a mi mamá. Me ponían un castigo. Mis padres afirmaban que el maestro siempre tiene la razón”, expresó.

Intentó ser marinero e incluso, estuvo en la flota del Golfo, pero el mar no era su fuerte. “Aprendí a nadar en el río Mordazo, en el Cerro. Antes estaba limpiecito”, manifestó. Fue en el Servicio Militar, en 1971, cuando se hizo chofer. “El paso por la vida militar fue una buena experiencia, a mí en particular me educó”.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

 

Después, su vida laboral fue intensa. Trabajó en la empresa de Cargas por Camiones, en el Cordón de La Habana, donde sembró café hasta que llegó a la empresa de ómnibus en la capital. “Tengo recuerdos muy bonitos del paradero de Miramar. Era un buen equipo. El que llega a una terminal, es el último en el escalafón para todo.

“Al entrar el período especial, en la década del 90, las cosas cambiaron, el transporte se puso muy difícil. Llegaron los ‘camellos’, y estuve ahí casi 20 años, manejando un M-2. Ese es el medio que más ha resistido. Hoy lo mencionas y muchos tienen una historia del Metrobús. El chofer tiene que ser medio psicólogo porque a una guagua sube todo tipo de personas y tienes que saberlas tratar, con educación”.

Desde hace algunos años, Sergio realiza el turno de la confronta en el P-12. “Ya me acostumbré, el público que generalmente viaja a esa hora me conoce y respeta. Vienen unos que terminaron una fiesta, otros de una guardia o de un hospital”, alegó y manifestó que en estos tiempos de Covid-19, sigue en su turno de madrugada, aunque solo para recoger a los compañeros que aseguran desde el amanecer el transporte en la ciudad.

Para este afiliado al Sindicato Nacional de Trabajadores de Transporte y Puertos, la vida es bien activa. “Soy el que dirige el Órgano de Justicia Laboral del centro. Cuando termino mi jornada, muchas veces, en la mañana, me quedo para hablar con los compañeros y encauzar alguna situación. Ellos confiaron en mí y no puedo defraudarlos”, apuntó.

 

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