Es muy nutrida la urdimbre de la relación interdisciplinaria de la décima contemporánea con otras manifestaciones, y ello da testimonio de la condición de complejo artístico-literario que ofrece la actual poesía en estrofas de diez versos. Esa articulación puede apreciarse en numerosos autores, incluso algunos poco conocidos, y ese es el caso de la poetisa Darais Báez Fernández, de la provincia de Mayabeque.
Gracias a su fraterna colaboración la presentamos con la serie Vuelo del ángel, estrofas donde asume poéticamente, con elegancia, los contenidos estéticos de fotografías artísticas (con imágenes de la bailarina Talía González) del creador Jorge Luis Sánchez Rivera, fotorreportero de prensa de la revista Bohemia desde el 2014, que anteriormente laboró en el periódico Tribuna de La Habana.
I
Tú en la serena mesura,
temeraria la altamar
quien hechiza al capturar
en un «close-up» tu escultura.
Grita en blanco la espesura
¡qué irreverente contraste!
tú tranquila colocaste
con tu ecuánime presencia
un malecón de insolencia
que con tus piernas bordaste.
II
Un lamento enmascarado
fiebre que aterra. Suspiro
castigado tras un giro
pavimento y no tablado.
El palco un cielo enlutado,
un público de ocasión
vuelven la ira canción
a fuerza del relevé
reverencia y demiplié
rasgados por la ovación.
III
Con la oscuridad se arropa
un alma en pena vagando
y un espíritu asechando
le dispara a quemarropa.
No hay más salida, galopa,
se contorsiona y destapa;
y en la penumbra le atrapa
tras un giro fantasmal
de un aliento en espiral
que del sepulcro se escapa.
*La fotografía III fue obra premiada en el Concurso Internacional Fotografía teatral.
Del perfil de Darais en Facebook nos tomamos la libertad de copiar este otro poema en una estrofa, para apreciar su quehacer en metro diferente al octosilábico, en este caso el dodecasílabo. Aquí la autora “poetiza” la imagen artística de Osbel Silva:
De la luz se apodera y aprovecha
los destellos que recoge del espacio
los captura y acaricia muy despacio,
yo suspiro tras su obra… satisfecha.
Cada rayo que se escapa abre una brecha
y el aliento va apretando a aquel regaño
del insomnio acorralado que hizo daño
que se escurre en la pestaña de la luna
y se apaga inadvertida y oportuna
mi sonrisa ya arrugada por los años.