Ninguna actividad del quehacer cotidiano está exenta a la compleja situación epidemiológica que afronta el país.
Si bien los establecimientos comerciales ofrecen sus servicios, los medios de transporte urbano cubren su habitual itinerario y transcurre el ir y venir de personas por calles y avenidas, no es menos cierto que aun cuando fluye la vida, la agenda diaria de los cubanos y cubanas continúa marcada por el contexto que desde hace casi 15 meses ha impuesto el impacto de la COVID-19.
Tal realidad reafirma cada vez más la absoluta validez del actuar responsable y disciplinado de todos, tanto en espacios colectivos a muchos de los cuales necesariamente tenemos que acudir, como en los propios hogares e inclusive en oficinas y otros sitios reducidos.
Se ha reiterado por la máxima dirección del país, así como por directivos y especialistas de Salud Pública e instituciones científicas que el resquebrajamiento de las medidas sanitarias, independientemente de quien las transgreda, constituye una brecha segura para propiciar la entrada de un virus con impredecibles consecuencias.