María del Carmen Amaro Cano, actualmente profesora de Administración de Salud en la Facultad de Ciencias Médicas General Calixto García, no puede evitar que a pesar del tiempo transcurrido la voz se le entrecorte por la emoción al recordar que estuvo muy cerca de Lázaro Peña en los últimos años de su vida.
Evoca entre uno de los episodios que más le han impactado lo ocurrido cuando participó junto a Lázaro en la delegación cubana al VIII Congreso de la Federación Sindical Mundial (FSM) de la que él era vicepresidente. Concluido el evento, efectuado en Varna, Bulgaria, del 15 al 22 de octubre de 1973, surgió la necesidad de ocupar el cargo de secretario general de la Unión Internacional de Sindicatos Profesionales de la FSM. Ella integraba entonces la dirección nacional de un sindicato numeroso e importante: el de la Salud. “Para mi sorpresa y orgullo Lázaro me propuso a mí y me presentó a los compañeros como su hija política”.
El vínculo de María del Carmen con el Capitán de la Clase Obrera Cubana se estableció por primera vez después del regreso de ella de Argelia, donde integró la primera misión médica docente y ejerció como jefa de enfermeras y directora del Instituto Tecnológico de la Salud en Mostaganem, desde 1969 hasta 1971.
Al llegar a Cuba asumió su primera responsabilidad sindical al ser electa como secretaria de organización y finanzas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud constituido el 23 de febrero de 1972, y al iniciarse las asambleas previas al XIII Congreso de la CTC se involucró de lleno en el proceso.
“Asistí a muchas asambleas de discusión de las tesis, lo que me hizo admirar y respetar mucho a Lázaro. Era un hombre con una sencillez tremenda, aquella voz ronca y cascada imponía silencio porque todo el mundo se quedaba pendiente de sus palabras. Defendía, entre otras cuestiones, tres que para mí son medulares en el trabajo sindical: la necesidad de elevar la capacitación de los dirigentes sindicales para poder tomar parte activa en los problemas económicos; segunda, que era preciso defender todos los derechos de los trabajadores, pero al mismo tiempo explicarles que para poder exigirlos tenían que cumplir con los deberes; y tercera, que él estaba en contra de lo que llamaba el maridaje entre la administración y el sindicato, este debía ser la contrapartida de la administración, la cual estaba en el deber de escuchar los criterios de los trabajadores para tomar las decisiones más acertadas.
“Una vez que se entraba en contacto con Lázaro, su personalidad atraía como un imán. ¿Mis conversaciones con él? Fueron bastantes, pero más bien me dedicaba a escucharlo y él al notarlo me preguntaba: “¿Pero tú qué piensas?”. Porque le interesaba considerablemente el parecer de sus compañeros.
“Estaba orgulloso de su origen humilde: su madre fue despalilladora de tabaco, su padre carpintero, por su condición de pobre no tuvo posibilidades de estudiar, sin embargo, ya de adulto adquirió una gran cultura por sí mismo. Era un lector infatigable, trataba de aprender siempre y es una cualidad no solo digna de admirar, sino también de aplicarla en la vida diaria y en el trabajo sindical para estar más preparados y ser mejores.
“Lázaro fue un marxista consecuente, despojado de dogmatismos, abierto a todas las opiniones, no le importaba que fueran contrarias a las suyas, escuchaba con atención y su política era convencer a los demás, no imponerse por su posición, prestigio ni autoridad.
“En las asambleas tenía el coraje de defender la verdad aunque no le gustara a mucha gente. Decía: si usted tiene la razón defiéndala hasta que alguien lo convenza de lo contrario, si no lo hace no va a lograr que lo respeten ni los administradores ni los propios dirigentes sindicales. No eludía ningún tema, algunos de los cuales bien complejos durante el proceso previo al XIII Congreso y en su propio transcurso.
“Fue impresionante el momento en que se dio a conocer el resultado de la votación para la dirección de la CTC. No por casualidad cuando Fidel hizo las conclusiones del Congreso dijo que Lázaro había sido una propuesta directa de los trabajadores. Cuando se anunció como secretario general aquello fue tremendo, todo el mundo de pie, aplaudiendo. Considero un privilegio haberlo conocido y junto a él adquirí una gran experiencia”.
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